4. INFLUENCIA DEL MEDIO FAMILIAR, SOCIAL Y ECONÓMICO EN EL DESARROLLO DEL LENGUAJE Si bien el ser humano tiene el potencial neurobiológico para desarrollar el lenguaje, esta facultad biológicamente determinada resulta insuficiente por sí sola, ya que requiere de un medio familiar y social estimulante para que tal desarrollo se produzca y, para algunos más aún, que sea de una manera óptima. Una de las variables importantes que se debe considerar es la familia, específicamente la relación que establece el niño con los adultos de su medio familiar, con especial énfasis en la relación del bebé con su cuidador, con quien establece ese primer vínculo afectivo llamado «apego». Bowlby (1969), según Delgado (2008), señala que las conductas de apego no son el resultado mecánico de una pauta biológica e instintiva. El vínculo surge desde la activación inicial de sistemas muy básicos como la orientación visual hacia los rostros o la preferencia por la voz humana que se desarrollan durante el primer año y que, en el segundo año, dan como resultado a las conductas prototípicas de apego, como, por ejemplo, la búsqueda de la madre en situación de riesgo. Se trata en un sistema que se retroalimenta y regula en función de las circunstancia a las que se enfrenta. Como se sabe, el bebé está preparado biológicamente para tener conductas como mirar rostros humanos y mecanismos de interacción como el llanto para la expresión de emociones; pero requiere de un interlocutor —en este caso el adulto o su cuidador— para que estas manifestaciones obtengan un significado específico que le permitan al bebe interactuar con su medio, es decir, es el adulto quien otorgará este significado a las conductas del niño. Los investigadores platean la existencia de dos tipos de apego: el seguro y el inseguro. En el primero, el niño disfruta de los juguetes y la madre se percibe como una base segura desde la que explora el mundo. En el segundo, se refleja la inseguridad en el vínculo afectivo y se manifiesta en dos subtipos: el evasivo o evitante y el resistente. En el primero, los niños no parecen mostrar ansiedad ante la lejanía de la madre y reaccionan igual ante extraños; mientras que, en el segundo, los niños exhiben un alto grado de ansiedad, incluso ante la presencia de la madre. En los últimos años, se ha empezado a considerar otro tipo de apego: el desorganizado o desorientado, en el que los niños presentan un comportamiento inestable y contradictorio observado en aquellos que han sido víctimas de maltrato. 234
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