central y agrupado a la manera de una oración añadida a otra. Más adelante, los niños comienzan a contar por secuencia de «centrados», que son narraciones cuyos acontecimientos están vinculados por atributos o sucesos similares que genera un núcleo simple, pero significativo. Entre los tres y cinco años, aparecen elaboraciones temporales en la narración, las cuales se organizan sobre la base de un núcleo central rodeado de acontecimientos complementarios, aunque no se observe ningún tipo de causalidad. Si bien más adelante los niños de cuatro años pueden empezar a hacer uso de algunos mecanismos lingüísticos apropiados para señalar el principio y el final de los acontecimientos —«había una vez», «sabes que me ha pasado», «fin», «colorín colorado, este cuento se ha acabado»—, las cadenas causales de las narraciones son muy poco frecuentes antes de los cinco años. A los seis años, los niños son capaces de contar una historia sencilla o un acontecimiento, aunque posiblemente con incoherentes secuencias de explicaciones. Al ingresar al nivel educativo primario, se genera un cambio profundo en la estructura interna de los relatos: empiezan a aparecer las relaciones causales. De hecho, entre los cinco y siete años, aparecen los argumentos, que suelen consistir en un problema relacionado con algún tipo de solución. Progresivamente, estos argumentos simples se irán complejizando y la narración, embelleciendo. A los siete años, las narraciones de los niños suelen contar con un inicio, un problema, un plan para resolverlo y una solución. El desarrollo de las cadenas causales compuesta por episodios tiene una evolución gradual; es muy probable que, al principio, los niños terminen las narraciones abruptamente, después de haberse solucionado el problema, aunque no se esclarezca cómo se obtuvo la solución. Aproximadamente durante el segundo grado de primaria, los niños empiezan a utilizar señalizaciones para el principio y el final de los cuentos; la longitud de sus narraciones se incrementa y estas se hacen más complejas gracias a las palabras y expresiones funcionales que ya dominan; y sus personajes se mantienen. No obstante, la trama todavía no está completamente desarrollada. Al llegar a los ocho años, esta se irá haciendo más explícita, aparecerá de forma clara la solución del problema y la narración se basará fundamentalmente en el uso de lenguaje (Owens, 2003). Después de esta edad, las habilidades se siguen desarrollando y se hacen mucho más complejas en su estructura y en su contenido. 233
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