niños pueden mantener un tema solo el 20% de las veces; y, a los cuatro, lo mantienen si se trata de explicar cómo funciona un juguete, pero les cuesta mantener un diálogo. La introducción de nuevos temas se incrementa hasta terminar la primaria; sin embargo, después de esta, disminuyen los cambios de tema, pues se pone más interés en el contenido de la conversación. En cuanto a este, los niños de ocho años conversan sobre temas concretos, mientras que los de once ya hablan sobre temas abstractos. 3.6.3. Desarrollo de las habilidades narrativas Siguiendo a Owens (2003), los niños están expuestos, desde muy temprana edad, a situaciones rutinarias. A los dos años, ya disponen de ciertos guiones que les permiten interpretar situaciones conocidas, pero carecen de las habilidades para describir las secuencias y recién las adquirirán hacia los cuatro años. No obstante, hacia los dos y tres años ya son capaces de comentar lo que les sucede; es la edad en que empiezan a contar narraciones ficticias e inventadas. A los dos años, los niños empiezan a contar sus historias a través de la técnica del centrado, que implica vincular entidades hasta establecer un núcleo temático. Sus narraciones pueden ser sobre sus experiencias vividas o también sobre temas ambiguos; pero, como aún no hay una organización establecida y no sienten la necesidad de orientar a su interlocutor sobre lo que dicen, sus narraciones carecen de planeamiento, nudo y desenlace. Hacia la mitad de los tres años, ya el niño es capaz de usar la técnica del centrado y añade a esta la del encadenamiento, que consiste en brindar una secuencia de sucesos que comparten atributos y conducen directamente de uno a otro. Las historias con estas técnicas se incrementan a un 75% hacia los cinco años. Al inicio, los niños no presentan a los personajes, hecho que se interpreta como una falta de necesidad, pues las narraciones giran en torno de individuos que conocen el niño y sus interlocutores. Además, tampoco se establece un marco temporal preciso con la inclusión de expresiones como «ayer», «la semana pasada», en comparación, por ejemplo, con la ubicación espacial, que sí está presente, sobre todo cuando se trata de sucesos que ocurrieron en el hogar del niño. Sobre la organización de las narraciones, Owens (2003) señala que los niños de dos años utilizan la estrategia de centrar «montones», que vienen a ser grupos de afirmaciones sin relación entre sí en torno a un estímulo 232
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