muestras seleccionadas. Por ello, los datos deben, según Acosta y Moreno (2001), analizarse con cautela. Siguiendo el planteamiento de estos mismos autores, el desarrollo pragmático se divide en dos etapas: la prelingüística y la lingüística. 3.5.1. Etapa prelingüística Esta etapa se desarrolla entre el nacimiento y los 2 años. En ella se establece las bases para las funciones comunicativas que permiten relacionarse con los demás. Como se ha mencionado anteriormente, los bebés humanos vienen preparados para relacionarse con sus congéneres y tienen una predilección por los rostros y las voces humanas, inicialmente la de su cuidador, aunque irán ampliando su abanico de intereses de forma progresiva. Desde un inicio, el bebé desarrolla toda una serie de conductas orientadas a su relación con los demás y ellas le permitirán luego el desarrollo de la intencionalidad comunicativa. Un aspecto importante para el desarrollo de lenguaje es la capacidad de reconocer a los demás como diferentes de uno mismo y como sujetos con quienes interactuar. De este modo, se desarrolla la capacidad intersubjetiva de las personas. Trevarthen, quien es un estudioso e investigador de la comunicación infantil, acuña el término «intersubjetividad» y, conjuntamente con Hubley y Murray, identificó y describió dos formas distintas en las que los bebés se involucraban intersubjetivamente con sus cuidadores. En primer lugar, existe una intersubjetividad primaria, que se da entre los dos y nueve meses, donde se observa tempranas interacciones diádicas que se establecen entre la mamá y el bebé, las cuales le permiten al joven ser humano reconocer que el adulto es alguien diferente. En segundo lugar, hay una intersubjetividad secundaria, referida a aquellas situaciones en las que el bebé es capaz de concertar dos tipos de actos en la interacción con su madre: por un lado, los práxicos, que implican, en otras intenciones, señalar, mostrar y ofrecer con el dedo; y, por el otro, los interpersonales, que incluyen el sonreír y el vocalizar para otro, el mirar a otro y el extender los brazos hacia otro, un adulto (Martínez, 2011). Los bebés, como seres sociales, buscan el contacto con los demás a través de los movimientos o reacciones de su cuerpo, siendo el adulto quien les otorga significado. Asimismo, el bebé está expuesto a situaciones de rutina —como el momento de la comida o el baño, por ejemplo— y estos se aprovechan para dicho tipo de interacciones. De este modo, se establece las protoconversaciones en las que se produce cambios en los 227
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