los gorjeos, que aparecen cuando el niño no está irritado o molesto, y se desarrollan paralelamente a la sonrisa. Durante la decimocuarta semana de vida, los niños demuestran una preferencia visual por los objetos complejos. De hecho, no prestan atención a rostros inexpresivos. Asimismo, han ido desarrollando esquemas para objetos, sucesos y personas conocidos. Al niño le resultará estimulante un rostro que se asemeje a los rostros que ya han sido esquemáticamente memorizados; pero, si la coincidencia es demasiado alta, el niño perderá el interés. Por lo tanto, los adultos realizan acomodaciones a su voz y expresiones para ser estímulos motivadores para el bebé. Hacia el tercer mes, el niño puede mantener su atención durante periodos más largos. Se debe precisar, sin embargo, que el nivel de excitación se correlaciona con el de estimulación y que, si el adulto lo sobrecarga de estímulos, el niño perderá el interés. Por otro lado, las vocalizaciones adquieren mayor importancia en la medida en que disminuyan los gestos. De hecho, los gestos han disminuido en un 30%, mientras que las vocalizaciones se han incrementado. Estos avances le permiten al niño ser un partícipe activo del diálogo y su conducta comunicativa está influida por la conducta comunicativa de su cuidador: si este responde verbalmente en la interacción, el niño verbalizara el doble en comparación a si responde con sonrisas o caricias. Este intercambio conversacional entre los bebés y los adultos favorece el balbuceo y al adopción de turnos por parte de los bebés. Inicialmente, el balbuceo de los bebés se solapa con el acompañamiento que realizan las madres cuando este se produce, pero ya hacia la semana duodécima se observa un balbuceo intercalado entre el bebé y la madre, aunque aún puedan aparecer solapados. La mirada es de suma importancia en los primeros diálogos. A las seis semanas, los bebés son capaces de fijar la mirada en los ojos de su madre mientras mantienen los ojos abiertos. A los 3 meses, los bebés tienen la misma capacidad de enfoque visual que los adultos. Al respecto, debe precisarse que existen dos tipos de patrones visuales: a) la mirada deíctica, que está dirigida a los objetos; y b) la mirada mutua, que puede ser señal de que está prestando atención y probablemente resulte de gran importancia para el apego, que depende, en última instancia, de la calidad de interacción. 2.2. Desarrollo de la intencionalidad comunicativa 210
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