Introducción a la lingüística clínica

su organización en mapas. Estos evidencian una rica asociación funcional a partir de conexiones poderosas entre las diferentes estructuras, ya sea intra o interhemisféricas, así como con las estructuras subcorticales. Esta conectividad es uno de los mecanismos neurobiológicos más relevantes que subyacen al aprendizaje, incluido el del lenguaje: «[…] donde no hay conectividad neural en primer lugar, el aprendizaje no puede ocurrir» (Pulvermüller & Fadiga, 2016). 4. LA PARTICIPACIÓN DE LOS GENES Desde el planteamiento de Chomsky acerca de la capacidad innata que tenemos los seres humanos para aprender el lenguaje, ha pasado mucho tiempo y hoy nadie discute la importancia de los factores genéticos implicados en la adquisición de la competencia lingüística. Sin embargo, para que esta capacidad se exprese, es imprescindible que el contexto en el que se desarrollan los seres humanos provea de los estímulos necesarios y específicos para ello. Las diferentes regiones cerebrales están genéticamente determinadas para cumplir funciones específicas; sin embargo, tal especificidad en la corteza cerebral puede modularse a partir de la experiencia y el aprendizaje cotidiano (Sanjuán & otros, 2010). En términos sencillos, los genes dirigen y modulan el proceso de desarrollo de un ser humano y, por ende, su neurodesarrollo. En otras palabras, el genoma humano aporta el plano básico para construir el nuevo organismo (se trata de uno determinado, pero flexible). Los genes decodifican las proteínas que son la base de los procesos de construcción celular y diferenciación de las células. En su replicabilidad, las proteínas también se modifican en su estructura según múltiples factores. De este modo, el ambiente es un factor esencial y puede influir en que un gen se exprese o no (tanto el ambiente intra y extracelular como el ambiente externo al organismo, es decir, el entorno). Cabe destacar que los procesos fundamentales del neurodesarrollo ocurren en etapas críticas y en diferentes momentos. Por lo tanto, la expresión génica comporta, a su vez, una cierta temporalidad que también está determinada genéticamente. Así, las alteraciones en el plan genético pueden traer como consecuencias malformaciones en la estructura del cerebro y en su organización funcional. De todos modos, se debe precisar que, aunque el ser humano posea esta capacidad innata para aprender el lenguaje y que esta sea producto de determinaciones genéticas, ello no significa que el lenguaje humano esté 198

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