predictivo que permita prevenirlas o aminorar sus consecuencias. Sin embargo, una aspiración de esta naturaleza está condicionada en gran parte por la existencia de modelos explicativos del «funcionamiento normal del lenguaje» en los hablantes. En el quehacer clínico vinculado con la patología del lenguaje, uno de los primeros pasos es establecer (o corroborar) si una persona presenta o no un trastorno. Ello exige recopilar los antecedentes de la persona y evaluarla. La evaluación es una actividad concreta que exige contar con instrumentos y procedimientos específicos, en cuyo diseño y creación el lingüista puede colaborar de modo importante. Sin embargo, es un quehacer distinto del de su disciplina, que le plantea nuevos desafíos. Así, evaluar determinados aspectos lingüísticos hace necesario, además de un sólido conocimiento teórico, resolver problemas relacionados con: a) las unidades o procesos que se evaluarán; b) los procedimientos que se usarán para producir y registrar las respuestas; y c) los criterios para interpretarlas. Por ejemplo, el diseño de un instrumento para evaluar la articulación de niños de 5 años, de nivel sociocultural bajo (a fin de saber si tienen o no un trastorno articulatorio), plantea interrogantes como las siguientes: ¿se evaluarán fonemas aislados, sílabas de distinta estructura y la emisión de fonemas en palabras?, ¿cuántas veces se evaluará cada unidad y en qué contextos?, ¿se le pedirá repetir el modelo dicho por el examinador, nominar dibujos o la realización de alguna otra tarea?, ¿qué se hará si no conoce la figura o no dice la palabra que se esperaba?, ¿cuánto tiempo podrá atender sin cansarse un niño de esa edad?, ¿se grabará la respuesta y se transcribirá después?, ¿se transcribirá inmediatamente y dónde?, ¿con qué alfabeto o signos diacríticos, especialmente si la articulación es patológica? Y, por último, una de las preguntas más difíciles de responder: ¿cómo establecer si las respuestas obtenidas son normales o no en un niño de 5 años de nivel sociocultural bajo? Se debe recordar que, a diferencia de los estudios psicolingüísticos para conocer el desarrollo normal del lenguaje, la evaluación clínica la efectúan profesionales que no son lingüistas, en sesiones con un tiempo limitado y con el objetivo de identificar los problemas de una persona (niño o adulto) y luego diseñar estrategias terapéuticas para remediarlos. Por ello, se puede aplicar conocimientos y procedimientos de la psicolingüística, pero con las adaptaciones requeridas por la situación. 158
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