Los problemas del «lenguaje», por su parte, corresponden a limitaciones morfosintácticas, semánticas y fonológicas (y no fonéticas, que alteran el «habla»). Estas dificultades se evidencian en la expresión y la comprensión del lenguaje. Respecto a esto último, se conoce que los trastornos que afectan la expresión verbal no implican necesariamente problemas en la comprensión verbal, mientras que las alteraciones en la comprensión sí coexisten con claras dificultades expresivas. La separación entre articulación, fluidez, voz y lenguaje puede ser sorprendente para un lingüista, pero refleja una disociación que se advierte con claridad en el lenguaje patológico y que facilita su abordaje. Los trastornos de la articulación, fluidez y voz (en general, de «habla») se relacionan con los procesos de emisión del lenguaje, mientras que las alteraciones del «lenguaje» se vinculan a los procesos centrales de codificación y decodificación en distintos niveles lingüísticos. Así, una persona puede tener problemas de «voz» («ronquera» o, más técnicamente, disfonía) sin presentar problemas articulatorios o alteraciones de «lenguaje». A su vez, una persona con problemas de «lenguaje» (por ejemplo, dificultad con la estructuración morfosintáctica de las oraciones, en las que suprime artículos y preposiciones, y conjuga mal los verbos) puede tener una «voz» normal . Otro sujeto puede evidenciar solo dificultades articulatorias y carecer de problemas de «lenguaje» y de «voz». Obviamente, en casos complejos pueden coexistir en una misma persona problemas de «articulación» (habla) y «lenguaje» o de «voz» y «articulación», por ejemplo. Las causas o etiologías de los diferentes cuadros suelen ser muy variadas. A veces, incluso, no se han logrado establecer con precisión y existen distintas posturas al respecto (como ocurre, por ejemplo, con las etiologías de la tartamudez), aunque la etiología incide de modo importante en el abordaje del problema. De hecho, las dificultades articulatorias de un niño con paladar fisurado son de distinta naturaleza de las de un niño con severa pérdida auditiva (o, más técnicamente, hipoacusia). En el primer caso, no se logra la articulación apropiada por problemas en los órganos fonoarticulatorios; en el segundo, el niño no alcanza la percepción adecuada del sonido y ello dificulta su articulación. Al respecto, el lingüista puede documentarse sobre las causas de la patología que afecta el desempeño lingüístico de una persona y ello puede facilitar su comprensión del problema. Dada la distinta naturaleza de las etiologías (alteraciones en los órganos fonoarticulatorios, dificultades 155
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx