Introducción a la lingüística clínica

Ambos enfoques son igualmente válidos, aportan al ámbito de las alteraciones lingüísticas y pueden complementarse. Por ello, es el lingüista quien, según sus motivaciones, puede privilegiar una u otra perspectiva. El presente trabajo adoptará la orientación centrada en las personas. 2. DIFERENTES TIPOS DE PATOLOGÍAS DEL LENGUAJE EN LAS QUE EL LINGÜISTA PUEDE BRINDAR SU APORTE El lingüista interesado en los trastornos del lenguaje se encuentra con un campo especializado, en el cual se distingue diversos tipos de patología. En primera instancia, se debe señalar que los problemas pueden afectar al lenguaje oral o al escrito y que, en cada caso, las dificultades son distintas y requieren abordajes diferentes. Así, la dislexia es un trastorno específico que afecta el aprendizaje de la lectura en los niños (y con frecuencia también su escritura), mientras que la agrafia es un cuadro que impide expresar las ideas por escrito debido a un daño neurológico (en personas que sabían escribir). Tradicionalmente, se usa la expresión «trastornos de la comunicación» por influencia de la literatura especializada en inglés, donde se utiliza la expresión communication disorders. En ella, el término «comunicación» se usa para describir todos los aspectos que posibilitan cualquier intercambio de significado. Esto incluye la articulación, la lengua, la voz, la fluidez y las conductas comunicativas pragmáticas e, incluso, las no verbales. Sobre esta base, se utiliza una clasificación ampliamente aceptada de los trastornos de la comunicación que puede ser sorprendente para el lingüista: se distinguen los trastornos del habla (speech disorders) de los trastornos del lenguaje (language disorders) (Ferguson & Armstrong, 2009). Los problemas del «habla» incluyen dificultades que afectan la articulación de los sonidos, la fluidez de las emisiones, así como problemas de la voz (aunque la inclusión de la «voz» en el ámbito del habla suele ser controvertida). En los problemas de articulación, puede darse la imposibilidad de articular uno o varios sonidos, o una emisión distorsionada de ellos. En los trastornos de la fluidez, un cuadro clásico corresponde a la tartamudez y sus diferentes tipos. Los trastornos de la voz, en cambio, son alteraciones en los procesos de fonación y resonancia que afectan los patrones acústicos de la emisión vocal (como la intensidad, el timbre, el tono fundamental, etc.) y dificultan la comunicación (por ejemplo, las «ronqueras» o, en términos técnicos, voz nasal). 154

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