aparato fonador y como realización de señas manuales con movimientos del cuerpo y gestos faciales1. La primera modalidad es captada mediante el oído y es la utilizada de manera más natural por quienes escuchan; la segunda, en cambio, es captada por la vista y es la utilizada de manera más natural por quienes no pueden hacerlo. Este comportamiento, como es obvio, no es innato; su desarrollo requiere del aprendizaje de una lengua oral o de una lengua de señas. Sin embargo, los seres humanos nacemos con una carga genética tal que nos permite aprender sin mayor esfuerzo una o más lenguas de cualquiera de estos tipos con solo estar expuestos desde la infancia a personas que se dirijan a nosotros usándolas; es decir, hablándonos en estas lenguas, bien con sonidos o bien con señas. Se ha observado que, si un niño ha recibido estímulos de una lengua de señas desde el nacimiento, empieza a reproducirlas, es decir, a hablar de manera espontánea antes de cumplir su primer año. Asimismo, los niños que reciben estímulos lingüísticos sonoros desde muy temprano (en el caso de las lenguas orales, esto es posible antes de que el niño nazca) empiezan a producir sus primeras palabras alrededor del primer año de vida. Otra manifestación del lenguaje, menos obvia que la anterior para el estudioso aunque no para sus usuarios, es la interpretación de las señas o de los sonidos, lo que se conoce como el «plano del significado» del lenguaje. Las señas o sonidos producidos por unas personas pueden ser interpretados por otras si es que comparten el conocimiento de la lengua de señas o de la lengua oral a la que pertenecen tales señas o sonidos. Las señas o sonidos no son interpretables por sí mismos; para poder interpretarlos, las personas tenemos que haber aprendido qué información o significado les asocian convencionalmente sus usuarios; es decir, tenemos que haber aprendido las lenguas a las que pertenecen esas señas o sonidos. Así, por ejemplo, en castellano, los sonidos [ixo], correspondientes a la palabra «hijo», se interpretan de manera muy similar a los sonidos [sʌn], que es como se pronuncia la palabra inglesa «son». Pero para poder interpretarlos, es necesario haber aprendido la convención social que asocia tales sonidos con tales significados. De manera similar, la seña para referir a un hijo en lengua de señas peruana es un movimiento paralelo de las dos manos, una frente a la otra, con la palma extendida formando un canal, que parte de la altura del abdomen y va hacia abajo y hacia delante; el que sea varón se expresa posando el dedo índice extendido sobre el labio superior. Por su parte, en la lengua de señas americana, para expresar esta idea, se empieza marcando que es varón 13
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