La sumatoria de estos objetivos nos lleva a comprender que la lingüística clínica supone un manejo de conocimientos básicos de las ciencias del lenguaje que permita detectar y evaluar alteraciones precisas dentro de este concreto ámbito. Este objetivo justificaría el número significativo de pruebas de corte lingüístico que existen y que pretenden, en un primer momento, establecer los criterios diagnósticos sobre la base de parámetros de normalidad de producción lingüística para luego, si fuera detectada alguna alteración, intervenir el trastorno con miras a una recuperación o, en un caso no tan alentador, a una potenciación de habilidades. No obstante, se trata de un campo de estudio no muy explorado y que recién se comienza a nombrar como tal en la década del setenta, momento en el que se reconoce la importancia de las categorías lingüísticas en el estudio de los trastornos de la comunicación. Por ello, la catalogaremos como una subdisciplina lingüística, puesto que está relacionada con los aspectos de la producción oral, a los que en adelante englobaremos en la categoría de «habla»4, y a las patologías, alteraciones, trastornos o déficits del lenguaje, que incluyen muchos más niveles, incluso aquellos en los que la alteración no es orgánica sino funcional. En otras palabras, la lingüística clínica intenta aplicar la teoría lingüística a los trastornos o alteraciones del habla y del lenguaje tanto en niños como en adultos. Asimismo, el uso de los conceptos sobre el lenguaje patológico puede clarificar y modificar las teorías lingüísticas. Resulta importante que tengamos una visión holística de la lingüística clínica. Tal perspectiva es defendida y sustentada por diferentes estudiosos, cuyo objetivo con tal aproximación es clarificar las dudas que existen en torno a su definición, objeto de estudio y campo de aplicación. En este sentido, Ball y Kent (1987) afirman que es importante incluir los datos lingüísticos para la evaluación de la actuación lingüística, dejando claro que lo lingüístico tan solo representa una parcela de esta. A ello se debe añadir que la actuación lingüística en su conjunto ofrece datos para una mayor precisión de las teorías lingüísticas, que incluso podrían verse modificadas por la experiencia clínica. Por otro lado, Crystal (1994) afirma que se trata de un campo interdisciplinario, aunque se base en la aplicación de las teorías y métodos lingüísticos al análisis de los desórdenes del lenguaje hablado y escrito. En este mismo sentido, Perkins y Howard (1995) afirman que la lingüística clínica es la aplicación de la lingüística teórica y descriptiva a las patologías del habla y del lenguaje, así como a su intervención. Por lo 143
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