de ser el más utilizado, una serie de dificultades en términos de baja generalización y ser, muchas veces, poco estimulante en sus actividades (Hoodin, 2011). Según Gallego (2006), sobre la base de este modelo clínico pueden delinearse pautas de acción comunes en ambas áreas: a. Descripción y análisis de la competencia lingüística del sujeto y su entorno. b. Clasificación de la habilidad lingüística del sujeto como parte del proceso de diagnóstico diferencial. c. Evaluación de la dificultad lingüística, que se compara con la conducta lingüística normal. d. Formulación de la hipótesis para la intervención. e. Evaluación del resultado de esta según los efectos conseguidos. A lo anterior, podemos añadir el trabajo activo con la familia (Gallardo, 2005; Gallego, 2006), que tiene un rol fundamental en el éxito de la terapia. El gráfico 32 representa los elementos más importantes en la intervención de los TL en la población infantil. 134
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