«Declaro culpable al acusado» o «Te bautizo como Samuel», declarar y bautizar constituyen la acción que se lleva a cabo al pronunciar los enunciados). De esta forma, en el caso de los enunciados performativos, hablar sería equivalente a hacer. La eficacia de estos enunciados, como ya se dijo, supone el cumplimiento de ciertas condiciones necesarias. Por ejemplo, si se desea «realizar un acto de coronación», es necesario que se «emitan palabras adecuadas para esta situación» y que «las personas y circunstancias sean las apropiadas» para que esto se lleve a cabo. En este sentido, se requiere que se emita el siguiente enunciado: «Con el poder que se me concede, yo te corono como rey de España»; pero que, además, la condición de la persona que esté a cargo de la coronación y de la que sea coronada lo permita. Por esa razón, si un vagabundo en la calle se acerca con un palo de escoba y se coloca frente a algún transeúnte diciéndole «Yo te declaro rey de Escocia», tal acto no tiene ninguna validez y la persona coronada no se vuelve rey. Esto se debe a que el vagabundo no es la persona apropiada para realizar este acto, así como tampoco las circunstancias en que se produce el enunciado lo son. No obstante esta aparentemente diferencia, Austin (1990[1962]) observa que cualquier enunciado tiene una dimensión performativa, por lo que cree que la distinción planteada no es tan clara como parece. En este sentido, plantea que cualquiera que profiere una expresión lingüística realiza tres actos: a. Un «acto locucionario», que consiste en el hecho de proferir el enunciado. b. Un «acto ilocutivo», que consiste en lo que el hablante quiere hacer con el enunciado; es decir, en su intención comunicativa. c. Un «acto perlocutivo», que se vincula con los efectos o consecuencias tras la realización del enunciado. En la perspectiva de esta triada, resulta que ya no existe una diferencia tan radical entre los enunciados descriptivos y los enunciados performativos, pues los primeros constituyen no solo un acto ilocucionario, sino también un ilocutivo y uno perlocutivo; es decir, no solo describen un hecho, sino que encierran una acción sobre el mundo y tienen consecuencias sobre él. La teoría de Austin ha servido como base a teorías que intentan explicar cómo los intercambios lingüísticos construyen las relaciones sociales que 99
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