Hacer de la lectura una experiencia: reflexiones sobre mediación y formación de lectores
89 personales en las prácticas de mediación. Los libros, de- cimos, son nuestros mejores aliados para promover la lectura. Pero si no contamos con bibliotecas a las cuales las personas puedan asistir para acceder a ellos, es muy difícil que la práctica que fomentamos tenga verdadera continuidad. Este es uno de los pilares —no el único, pero sí uno muy importante— para hablar de la promo- ción de la lectura desde un enfoque de derechos sociales. Cierro con una última idea; en contextos en los cuales no se ha democratizado la práctica de la lectura, como todavía sucede en nuestros países, es muy habi- tual encontrar niños que, ya desde muy pequeños, di- cen haber «dejado» la lectura, pues ya no les interesa. A modo de ejemplo, esto le pasó a una docente me- diadora, Lara Reyes (2011), quien se encontró con un niño que, al comenzar el tercer grado de primaria, ya declaraba «pasar» de leer. Luego, habiendo vivido un año de ricas experiencias de encuentro con los libros y de socialización en torno a ellos, el mismo niño señaló: «antes no le encontraba sentido a los libros, no les co- gía interés, pero ahora ya sé cómo son y ya me gustan, eso es lo que me pasó a mí. […] como [las personas] no leen, no saben lo que se pierden». Quizá ahí está, condensada en una experiencia concreta, la definición de nuestro campo de trabajo: que cada quien elija ser lector o no serlo, pero que pueda hacer su elección con
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