Hacer de la lectura una experiencia: reflexiones sobre mediación y formación de lectores

88 esa perspectiva, la lectura puede ser —si es que todavía puede ser— un instrumento de democratización, cues- tión tan importante en el contexto de países como los nuestros que en teoría son sistemas democráticos pero que, en la práctica, presentan muy bajos índices de de- mocratización de los bienes culturales. Agrego otros dos desafíos que me parecen relevantes en el contexto latinoamericano. El primero es la pro- gresiva construcción de un campo de fomento lector que atienda a las particularidades de cada contexto y que tome en consideración la enorme diversidad cul- tural y lingüística que existe en nuestro territorio. Una condición para que esto ocurra es pensar las prácticas de promoción de la lectura en continuidad con las prácti- cas culturales de cada comunidad. Si el fomento lector no se piensa desde esa continuidad sino desde una cier- ta homogeneización de las prácticas culturales, es muy probable que no llegue a promover una práctica lectora que realmente facilite el diálogo del sujeto consigo mis- mo y con su entorno. El segundo desafío es la necesidad de contar con políticas públicas que, de una vez por to- das, tomen en serio la urgencia de contar con buenas bi- bliotecas escolares y comunitarias. Hasta ahora, muchos mediadores latinoamericanos hacen maravillas consi- guiendo aquí y allá los materiales de lectura, muchas veces poniendo a disposición sus acervos bibliográficos

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