Hacer de la lectura una experiencia: reflexiones sobre mediación y formación de lectores

87 esa actividad de recogimiento, tan íntima y silenciosa, que es el encuentro entre el lector y un texto. En esa línea, si nuestro propósito fundamental es la formación de lectores, no es estéril detenerse a pensar en aquello que queremos promover; es decir, en el sentido que tiene para nosotros la figura del lector. ¿Quién es ese lector que orienta nuestros esfuerzos? Por supuesto, ante una realidad tan compleja como esa, cualquier de- finición será limitada y reductora. Aun así, ensayo una propuesta con el único objetivo de alentar la discusión. Se trataría de pensar al lector como un sujeto que, a par- tir tanto de una serie de imaginarios y discursos socia- les sobre la lectura como de tensiones y prescripciones definidas en el marco de las prácticas culturales de una sociedad, es consciente del espacio de libertad que en ese contexto le queda para la actividad de recepción —y producción— de textos y lo utiliza activamente ponien- do en cuestión las obras y poniéndose en cuestión a sí mismo a partir de la lectura. Agregaría que ese espacio de incertidumbre que posibilita el diálogo abierto, con el texto y consigo mismo, tiene por característica central la idea de movimiento. El lector como un sujeto en mo- vimiento. Me parece que, desde esa perspectiva de un espacio de libertad y de movimiento interior, la lectura puede ser un instrumento potente de construcción de identidades personales y sociales. En otras palabras, en

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