Hacer de la lectura una experiencia: reflexiones sobre mediación y formación de lectores

28 escrita implica múltiples procesos de familiarización, mediación y socialización de los sujetos en relación con el universo de lo escrito. En otras palabras: no basta con generar condiciones materiales de acceso al libro para multiplicar, tal como se ha querido, la experiencia de la lectura en todos nuestros estudiantes. Lo segundo, se relaciona con una cierta confusión cuando hablamos del «placer de la lectura». A menudo, pensamos en el placer lector como algo natural en el ser humano, algo que sucederá sin importar las condicio- nes (presentes y pasadas, materiales y simbólicas) que definen el encuentro de un sujeto con un texto. Frente a ello, estaría bien recordar aquí las palabras de Tauveron (2002) cuando señala que la lectura, y en particular la lectura literaria, implica un placer «estético, intelectual y cultural que, lejos de operar por magia, se construye» (p. 14). Esa construcción no depende únicamente de fac- tores escolares, sino que está fuertemente condicionada por elementos socioculturales; ergo, una didáctica fun- dada únicamente en las posibilidades de fruición litera- ria que cada alumno trae consigo favorecería a aquellos alumnos (los «herederos») que en su entorno han tenido múltiples posibilidades de encuentro y de socialización con los textos, y haría muy difícil la experimentación de ese placer en quienes, como Catalina, provienen de entornos alejados de la práctica lectora.

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