Hacer de la lectura una experiencia: reflexiones sobre mediación y formación de lectores
26 los procesos de aprendizaje que debían asociarse a esas instancias. Pues, al basar la lectura literaria en el contac- to libre con los textos, la intervención docente pasó a considerarse un obstáculo en la relación placentera del niño con el libro, lo que trajo consigo una manera livia- na de leer los textos literarios que, aún hoy, pervive en muchas escuelas. A su vez, la idea de promover un acer- camiento lúdico al libro derivó en actividades que pu- sieron en juego diversas formas de «espectacularización» de la lectura, constituidas muchas veces como prácticas aisladas, efímeras y sin una continuidad temporal que las dotara de sustentabilidad y sentido. Actividades, en suma, que no necesariamente llevaban a leer y a estable- cer relaciones duraderas y profundas con los textos. Llegados a este punto, volvamos un momento al sur de Chile. La escuela de Catalina está situada en un pe- queño poblado precordillerano, históricamente alejado de los espacios de circulación del libro y la lectura. Cata- lina, como muchos de sus compañeros, proviene de un entorno socio-económico bajo, marcado por una serie de barreras y dificultades que suelen impedir a los su- jetos sentirse invitados a la cultura escrita y, por tanto, construir una relación cotidiana y familiar con la lectura. ¿Podemos, en ese contexto, dejar la formación de lectores al albur del solo contacto directo del niño con el libro? Si dejamos libros a su alcance, ¿sentirán placer
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