Hacer de la lectura una experiencia: reflexiones sobre mediación y formación de lectores
24 individuo, el docente no debía intervenir en la relación directa que el niño o joven establece con las obras. Así, debían propiciarse acercamientos libres del alumno a los textos (y «libres» suponía sin intervenciones exter- nas que pudiesen constituir un obstáculo para el placer lector del sujeto). El segundo pilar, derivado del ante- rior, podría sintetizarse en una imagen: el destierro de las lecturas obligatorias de las aulas. Así, en pos de favo- recer la lectura placentera y gozosa, muchos clamaron por la definitiva expulsión de las lecturas obligatorias del territorio escolar. Se trataba, pues, no solo de favo- recer un acercamiento libre a los textos, sino también lúdico (y «lúdico» suponía desprenderse del lastre de la obligatoriedad y de lo impuesto). El caso de Catalina erosiona ambos supuestos, pues su éxito radica, precisamente, en el carácter obligatorio y en el alto grado de intervención docente que supuso la experiencia. Ya que, si esa lectura no hubiese sido obli- gatoria (es decir, impuesta por el docente aun a riesgo de contrariar a una, en ese momento, obcecada estu- diante), la visión negativa que la niña tenía del álbum se habría mantenido, probablemente, inalterada. A su vez, si no hubiese habido un acompañamiento y una guía del docente durante el proceso de lectura y discusión sobre la obra, nuestra estudiante habría chocado con las mismas dificultades de comprensión que provocaron su
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