Hacer de la lectura una experiencia: reflexiones sobre mediación y formación de lectores
23 En síntesis: para Catalina, un determinado libro ha- bía pasado, en poco tiempo, de ser «aburridísimo» a ser «su libro favorito». Había pasado de ser una obra que, estando disponible en la biblioteca escolar, ella no soli- citaba en préstamo, pues la encontraba «fome» y «rara», a ser un libro leído y releído en su espacio de lectura personal. Había pasado a ser un hito importante en la construcción de una progresiva (y todavía incipiente) identidad como lectora literaria. ¿Dijo usted «desescolarizar» la lectura? ¿Qué información nos ofrece el caso de Catalina sobre los procesos de formación escolar de lectores? ¿De qué manera esta experiencia nos ayuda a comprender me- jor nuestro rol como mediadores entre los niños y los libros? Comenzaremos por señalar que lo sucedido con Catalina pone en cuestión aquel llamado a «desescola- rizar» la lectura que tanto se ha escuchado en nuestras escuelas en los últimos quince o veinte años. En efecto, la experiencia relatada cuestiona la supuesta desescola- rización de la lectura en la medida en que afecta a los dos grandes pilares sobre los cuales esta reposaba. El primero podría sintetizarse en la idea de que, en pos de respetar el placer lector íntimo y personal de cada
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