Hacer de la lectura una experiencia: reflexiones sobre mediación y formación de lectores
20 Lo dice en voz alta, para que todo el grupo se entere del tedio que le produce una clase sobre ese álbum. Eviden- temente, el estado de ánimo que transmite Catalina no es el mejor comienzo para una sesión de lectura literaria sobre esta obra. Un par de semanas después, habiendo transcurrido ya las sesiones de trabajo planificadas por el docente so- bre el texto de Browne, el comentario de Catalina es muy diferente: «yo había visto muchas veces ese libro en la biblioteca, y no lo pedía porque lo encontraba fome 3 , y así como medio raro. Pero ahora que lo vimos aquí me gustó mucho, es entretenido y tiene unas ilustraciones bacanes, como que te hacen imaginar. Ya lo he leído va- rias veces». En efecto, la bibliotecaria escolar corrobora que el libro está, desde hace una semana, en préstamo domiciliar a nombre de Catalina y el docente ha sido testigo directo del progresivo entusiasmo que la obra ha despertado en su estudiante. ¿Qué pasó, entonces, para que en diez o doce días la visión de esta niña sobre el libro diese un giro coperni- cano y avanzara desde el rechazo intenso hasta el placer y la implicación personal como lectora? ¿Qué artilugio utilizó el docente para convencer a Catalina de que va- 3 Chilenismo: sinónimo de aburrido. Similar al sentido de monse en Perú.
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