Ese gol existe 2da edición

Esta práctica se dio mayormente, pero no solo en las fábricas textiles. Además del equipo Sporting Tabaco, que fue creado por el Estanco de Tabaco, varias haciendas en los alrededores de Lima formaron sus propios elencos. Así lo relata un jugador de una hacienda: Cuando yo trabajaba en la hacienda, yo jugaba pelota también, entre la peonada de la hacienda. A don Enrique Pardo, el hijo del propietario, le hicimos presidente. Nos regaló una copa y nos daba de comer. Fuimos los días domingo a otras haciendas. Jugábamos por gusto. A los hacendados los hacíamos capitanes, no para que jugaran, sino para que nos regalaran, pues. Eran los dueños. Nos regalaban un juego de chompas, zapatos, pelotas. Nos aprovechábamos (Pedro Méndez. Entrevista, 24 de mayo, 1982). Como observa perspicazmente este jugador, los peones no solo apoyaban estos intentos porque facilitaban su participación en una actividad que les gustaba, sino también se podía interpretar como una forma de «oposición» a las clases dominantes. Por su parte, estas patrocinaban sus equipos por motivos que no eran puramente deportivos. Más bien realizaban esta acción con fines propios. Las contiendas de fútbol entre estos equipos fabriles creaban otras preocupaciones y llevaban a divisiones entre los miembros de las clases populares. Según los sindicalistas de la época, estas iniciativas tuvieron un impacto considerable sobre sus intentos de forjar la solidaridad obrera: A la fábrica le convenía romper por medio del deporte al sindicalismo. Jalaban a la gente. Hacían campeonatos entre las fábricas y ya ese sindicalismo de lucha iba un poco muriendo. Porque el que menos, dentro de la fábrica, se dedicaba al deporte, a difundir deporte. Fue una táctica de los industriales para desunir a la organización. Allí comenzaron a venir las rivalidades y había trompeaderas entre los clubes. En Vitarte, cuando jugó Vitarte con La Victoria, hubo trompeaderas (Pedro Frías. Entrevista, 13 de noviembre, 1981). Trabajadores que habían llegado a pelear entre sí en la cancha de fútbol encontraban que era difícil unirse más tarde para las reivindicaciones sociales. El fútbol popular ocasionaba el mismo tipo de rivalidades en las contiendas entre los equipos de barrio. Independientemente de cualquier influencia patronal, con frecuencia estos partidos terminaban en batallas campales entre jugadores e hinchas que se identificaban con los diferentes barrios de la ciudad. Este elemento de conflicto dentro de las clases populares surgía tanto en el fútbol «espontáneo» como en el más «institucionalizado». En ambos casos dificultaba la emergencia de lazos de 82

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