los jugadores como para el público, un conflicto clasista y racial. Conflictos que en otros medios, y en la ideología dominante, se escondían debajo de la superficie60. Estas son algunas de las razones por las que hemos escogido al fútbol y no a otro elemento de la cultura popular o de la «superestructura» para ser analizado en este artículo. Insistimos de nuevo en que los niveles de lo económico-social e ideológico-político constituyen dos ámbitos de la realidad relacionados aunque diversos. Reconocemos que es la base económica la que permite la reproducción de la vida material y espiritual, y en este sentido, tiene una importancia primordial. Pero dentro de la ideología y cultura —producto y agente de la estructura económica— muchas veces existe espacio y mayor nitidez para la expresión de las contradicciones del sistema de producción. No hay fórmula universal que determine si la cultura o la ideología reproducen (por un lado) o intentan destrozar (por otro) el sistema de producción y las relaciones sociales de las que depende ese sistema. Hay que recorrer la historia específica de esos elementos de la «superestructura» para entender su posición —pasiva o desafiante— con relación a la base económica y a las relaciones de producción. Repitamos entonces la pregunta inicial, ¿era el fútbol una forma de control social o una expresión popular? Valdría hacer aquí unas precisiones más sobre lo que entendemos por control social y expresión popular. El fútbol habría constituido un elemento de control social en la medida en que su práctica facilitara a las clases dominantes y al Estado canalizar la energía popular hacia actividades fútiles como el deporte, que no representaban ninguna amenaza para el sistema imperante y los intereses prevalecientes, de manera que esta energía no se orientase hacia preocupaciones políticas o el movimiento laboral y sindical. Pero no solo en este sentido se expresa el control social. También el fútbol podría haber ayudado a crear divisiones entre las clases populares, generando rivalidades y enemistades, estimulando la beligerancia entre sus miembros o fomentando el espíritu de competencia, de forma tal que trasladando esa intención a la actividad laboral se traduzca en una elevación de la productividad61. En cambio, el fútbol habría sido una expresión popular en la medida en que las clases populares lo realizaran espontáneamente, sirviéndoles como un medio de relacionarse entre sí sin intermediaciones. Si generase una emoción colectiva o grupal, el fútbol podría haberles servido como un 70
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx