Vale desarrollar de una manera más concreta estas dos posibilidades históricas del fútbol. Pero antes, hemos de esclarecer por qué se ha escogido al fútbol para explorar la polémica que hemos mencionado, y no otro elemento de la cultura popular de igual o mayor importancia. Paradójicamente, el fútbol limeño a comienzos del siglo XX mostraba no solo cómo eran las relaciones sociales, en términos de la existencia de conflictos de clase, de grupos étnicos, de explotación económica, sino también cómo no eran. Pensamos que el fútbol era una especie de espejo que reflejaba las relaciones sociales materiales, pero que también las invertía en algunos momentos. En la cancha de fútbol existía cierta democracia que faltaba en la sociedad peruana de entonces: permitía que en algunos momentos los explotados derroten a los explotadores, los pobres a los ricos, los negros a los blancos. Obviamente, estas inversiones se restringían al nivel simbólico, en el sentido de que después de terminado el partido, la vida regresaba a su cause normal y volvían los explotados a su condición social, el obrero a la fábrica, el negro a su misma situación de marginado en una sociedad que despreciaba a los miembros de su raza. Insistimos en que la palabra «simbólico», como la usamos aquí, no es sinónimo de inútil, ni de ilusorio. Es probable que la inversión simbólica de las relaciones sociales que a veces ocurría en el campo de fútbol hubiese hecho sentir al marginado y al explotado —pobre o negro— más satisfecho con su estatus social y, por lo tanto, menos preparado para cuestionar el orden social. Pero también es posible que el fútbol como expresión popular uniera a los oprimidos, los hiciera más solidarios y, por lo tanto, capaces de intentar, en un segundo momento, actitudes más descaradamente políticas. La cancha de fútbol era un lugar de encuentro de miembros de las clases populares con distinta procedencia y tradición. En este sentido, el fútbol podría contribuir a unificarlos y a forjar una sola cultura popular. Sin embargo, también la cancha de fútbol era un lugar de encuentro con miembros de las clases dominantes, ya sea en un sentido de rivalidad y enfrentamiento, como también de afinidad y paternalismo. Por otro lado, el drama que se desarrollaba dentro de la cancha de fútbol a veces servía para esclarecer conflictos que en otros medios —el lugar de trabajo, el barrio— no se podían expresar tan claramente. De ahí la posibilidad de que el fútbol sirviese para fomentar una conciencia de clase o de etnicidad. Los partidos que se jugaban entre el club Alianza Lima y la Universidad en la década de 1920, por ejemplo, representaban tanto para 69
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