por lo general, producto de combinaciones entre lo semántico y lo sintáctico. La construcción de la identidad es un proceso doble de autodefinición del yo y, al mismo tiempo, de diferenciación del otro y los otros. Históricamente, es posible que, en la etapa de formación de las identidades futbolísticas tempranas, los elementos semánticos hayan sido más fuertes, por lo que las rivalidades se expresaban en forma decente y caballeresca. De allí, por ejemplo, habría surgido la denominación de «compadres» del fútbol peruano a los clubes Alianza Lima y Universitario de Deportes. Denominación que, hoy, muy pocos aficionados utilizan y que ha sido remplazada por otras más confrontacionales y antagónicas. Con el desarrollo de la alta competencia y el negocio del fútbol, las formas identitarias sintácticas parecen haber adquirido mayor relevancia. Por ello, la rivalidad hoy es más de rechazo a los significados y colores que identifican al contendiente. Las rivalidades han desbordado los estadios para generalizarse en el barrio, la calle, el centro de trabajo o estudio, e incluso al interior de las familias. De otro lado, no todas las identidades deportivas enfrentadas dan lugar a rivalidades permanentes o regulares. Hay clubes de fútbol con identidades fuertes, pero amables, a los que muchos, incluso hinchas furibundos de otros clubes, quieren como segunda opción de hinchaje. El caso del club Deportivo Municipal es una muestra de ello. El Muni, como le dicen los aficionados, no concita rechazo ni encono ni son protagonistas de rivalidades históricas o de clásicos enfrentamientos. Evidentemente, esto resulta de la trayectoria de este club popular, formado por trabajadores de la Municipalidad de Lima, siempre luchando por evitar la baja de categoría. En este sentido, el Muni no amenaza la hegemonía de los principales clubes y, por ende, no es considerado un rival de cuidado. Igualmente, hay intentos de construir rivalidades deportivas con fines comerciales por parte de medios de comunicación o empresas privadas, pero en muchos casos estas no prenden ni logran concitar la atención de los aficionados. Sin embargo, como señala Janet Lever (1985), el fútbol no solo acentúa las diferencias entre grupos o comunidades, sino también promueve la integración y cooperación entre ellos al intensificar la conciencia cívica o nacional de pertenecer a una misma sociedad. En otras palabras, el fútbol, paradójicamente, permite unir la compleja sociedad moderna 19
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