Ese gol existe 2da edición

tiempo. Hasta el presidente ayuda a Arturo, pensaba el hijo predilecto de Hualcará, cuando el balón se puso nuevamente en juego. La Universidad recuperó la iniciativa. Cárpena logró poner en juego a Souza con un preciso pase en cortada y el mundialista agarró vuelo. De manera precipitada el arquero uruguayo decidió salir de su portería y en el intentó chocó de mala manera con su propio compañero Aníbal Dorado, que también acabó bastante lastimado. El juego quedó nuevamente paralizado. Era un respiro más para el equipo de la Universidad, dos goles por encima del Bellavista y cada vez más cerca de ir al descanso con la valla invicta. Pero nada es seguro hasta que suene el silbato. Un minuto antes del descanso, Carbone, que jugaba en lugar del lesionado Manco Castro, logró escaparse de las marcas y encaró con todo por el centro. Se iba ya, dispuesto a hacer daño, pero el Toro lo alcanzó con tenacidad increíble y desde atrás le llegó a desviar el balón al córner. No se había apagado la exhalación de susto en las graderías cuando Pedro Dorado ya había cobrado el córner de manera sorpresiva y bastante eficiente. El balón quedó en un claro a merced de Nasazzi y la sensación de temor volvió a la tribuna. Sin vacilar, el mariscal Nasazzi arremetió en el vacío y le dio con todo al balón que, como un latigazo, tomó rumbo a la portería de un indefenso Gastañeta. Y se fue. Se fue nomás la de cuero ligeramente desviada y casi rosando la parte inferior del poste. Pero se fue, y Lolito y miles de aficionados más pudieron respirar de nuevo. Había sonado por fin el silbato del alivio. Ahora a descansar. 2. LA TARDE DE ARTURO Para cuando los jugadores retornaron al campo de juego las manecillas del reloj habían superado casi las cinco y cuarto, de una tarde que ahora sí tomaba el tono dorado de los grandes triunfos. O cuando menos ese era el anhelo de todos al ver nuevamente la pelota en juego sobre el flamante verde del Estadio Nacional. El primer escenario deportivo del Perú estrenaba su tribuna de segunda completa y bella. Lucía sus palmeritas recién puestas, su ingreso asfaltado, sus graderías repletas de vibrante alegría y al presidente de la Junta de Gobierno, Luis Sánchez Cerro, el Mocho, devolviéndole el saludo a medio mundo desde el palco oficial. Y volvió el balón al juego, dejando la impresión de que los uruguayos estaban jugando mejor en esta etapa complementaria. Nasazzi empujaba a 188

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