Ese gol existe 2da edición

crema aprovechó esa apertura para adelantarse. El resultado fue que el equipo de la Universidad pasó a controlar las acciones, a llegar con más contundencia. Y una vez puestos a prueba, algunos uruguayos demostraron que podían ser vulnerables. «Mascheroni, Bonchiani, Riolfo y Dorado se apelotonan frente a su arco y fallan que es una barbaridad», subraya un cronista deportivo y aparentemente decía lo cierto. Los ataques del cuadro crema ganaban profundidad con un Pacheco encendido. La respuesta defensiva del Bellavista era más bien precipitada. Romero destacaba por su intento de poner orden en el cuadro de la visita, aunque no era suficiente y Dorado se dio maña para sacar un remate rasante que Gastañeta controló sin asomo de vacilación. Se había superado el primer cuarto de hora y los locales, para asombro de todos, dominaban a los campeones del mundo del Uruguay sobre el césped del Estadio Nacional. La línea media crema se encontraba en franco apoyo al quinteto ofensivo y los backs habían resuelto con solvencia cada situación compleja. El que se llevaba las palmas era Mario Pacheco. Lolo Fernández, puntero derecho del equipo de la reserva, veía con satisfacción la labor del wing derecho titular. Está diablo Pachequito, pensaba. Y era cierto. El reloj indicaba el minuto 17´ cuando Mario Pacheco, de admirable rendimiento, lanzó un centro venenoso tras burlar a Riolfo y encender una vez más la tribuna. El guardavalla uruguayo no pudo contener el balón y se produjo una pelotera en la boca del arco del Bellavista. El rechazo corto quedó a merced de Pachequito, que con maestría y sin contemplaciones liquidó al arquero uruguayo por el primer palo. Gol. Golazo de la Universidad. Golazo de Pacheco. La descarga hormonal que despierta un gol es incalculable. El Nacional era un loquerío feliz. Los muchachos de la Universidad le estaban ganando a los campeones mundiales del Uruguay. El golazo de Pacheco había transformado a todos. Lo normal hubiera sido esperar una inmediata reacción de los visitantes, pero para dicha de todos los cremas continuaron dominando las acciones, mostrado una dosis de arrojo y entrega que hizo reverberar todavía más el pasional rugido de tribuna. Sobre el verde los orientales del Uruguay no encontraban forma de contener a Pacheco, auroral y veloz pericotero del fútbol nacional. Se jugaba el minuto 20 cuando una vez más Pachequito ganó la banda. Era el día de Navidad, pero se imponía el son de los diablos. Incontenible, 186

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