Recién en la tarde del martes 11 de agosto en Berlín, el señor Claudio Martínez envió un documento escrito ante el Jurado de Apelación de la FIFA para sentar la posición peruana. Por mediación de Alfredo Benavides —en su condición de miembro del COI—, y del Comité Olímpico Alemán —preocupado por el retiro de toda una delegación nacional que podía deslucir los Juegos—, se lograron algunos avances: se desconoció el triunfo por walk over obtenido por la selección austríaca el día anterior y se negoció un nuevo partido para el martes 11 de agosto en el Estadio Olímpico, ya no a puertas cerradas. Sin embargo, el presidente de la República ya se había pronunciado desde Lima y no había marcha atrás: la delegación peruana abandonó la Villa Olímpica el miércoles 12 de agosto141. En Lima, mientras tanto, en otra sesión extraordinaria del COP, se iniciaron gestiones para que las federaciones de fútbol americanas se retiraran en masa de la FIFA en protesta por el fallo emitido contra Perú. El jueves 13 de agosto, sin embargo, llegó un comunicado del Comité Olímpico Argentino, que lamentó «la imposibilidad moral de acordar la solidaridad requerida, porque nuestra organización ha proclamado y mantiene como principio fundamental el acatamiento absoluto a las resoluciones de la autoridad instituida para dirimir divergencias producidas en torneos deportivos». Hubo mucha confusión, más pasos vacilantes de la dirigencia deportiva peruana. Leído ese texto, algunos dirigentes optaron por dar marcha atrás. El señor Matute recordó que la desafiliación de la FIFA implicaba la automática desafiliación de la Confederación Sudamericana. «Si Perú se separa de estos organismos», razonó, «¿quién defendería nuestras tesis en el próximo Congreso de la CSF?». Se optó por la no desafiliación. Para mayores sobresaltos, después llegó un comunicado de la Federación Chilena de Fútbol, declarando que sí estaba dispuesta a desafiliarse de la FIFA. ¿Qué hacer? Una solución a la peruana: preparar un discurso. En sesión extraordinaria del COP realizada el sábado 15 de agosto de 1936, el dirigente Alfredo Hohagen dio lectura a este pronunciamiento: «El Comité Olímpico Peruano no hace sino enorgullecerse patrióticamente de las actitudes tomadas por el país entero en defensa de su dignidad herida y felicitarse de haberlas llevado adelante con prescindencia de la opinión de los demás, pues está demostrado que salvo excepciones que nos honran, es ingenuo suponer que quienes no son peruanos sientan como propias las ofensas inferidas a peruanos, y es mucho solicitar que por 174
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