invadidos por las fuerzas del Tercer Reich en la sangrienta ofensiva de la Blitzkrieg, primera etapa de la Segunda Guerra Mundial137. Por último, no deja de ser curiosa la manera en la que se ha involucrado a Adolfo Hitler en el caso de la selección peruana de Berlín 1936. Si bien es cierto que en un inicio hubo un sentimiento antialemán generalizado en Lima por lo que se consideraba que era una enorme injusticia cometida contra nuestra selección de fútbol, no se ha encontrado ninguna fuente de entonces que responsabilizara al Jefe de Gobierno alemán por tal medida. Para entenderlo, hay que ubicarse nuevamente en el contexto: en 1936 Hitler era un líder político que contaba con miles de admiradores en todo el mundo, incluyendo el Perú. En nuestro país, uno de los candidatos presidenciales a las elecciones convocadas ese año, Luis A. Flores, jefe del partido Unión Revolucionaria, adhería claramente a la ideología nacionalsocialista, adoptó la camisa negra y el saludo de los fascistas, y proclamó una política intolerante ante comunistas y apristas; llegó a ser ministro durante el gobierno de Sánchez Cerro. A Hitler se le consideraba el principal responsable de haber levantado a la nación alemana del estado de postración en el que le había dejado la Primera Guerra Mundial, hasta conducirla con mano firme, orden y trabajo, a la opulenta situación que podía exhibir a través de los Juegos Olímpicos de Berlín. El propio presidente peruano, general Óscar R. Benavides, adoptó un modelo de gobierno que bien podría considerarse de inspiración hitleriana. Bajo el lema de «orden, paz y trabajo», tomó una serie de medidas populistas y utilizó crasamente a la Fuerza Armada para afirmar su autoridad, la que ejercía de manera dictatorial al gobernar sin Congreso. Benavides estableció un rígido sistema de control sobre la prensa y prohibió toda propaganda que considerara disociadora. A sus opositores comunistas y apristas los acusó de diversos crímenes, los persiguió, y muchos de ellos fueron desterrados. Dentro de este panorama fundamentalmente anticomunista y antiaprista, las referencias que se hacían de Adolfo Hitler —en 1936— estaban cargadas de elogios y admiración, y en ningún momento se le vinculó a la decisión de la FIFA que perjudicaba a la selección olímpica peruana. ¿Cuándo, entonces, surgió aquella versión de nuestro mito olímpico que debe a una rabieta de Hitler la arbitraria separación de la selección peruana, compuesta por mestizos y negros, de un torneo donde debían triunfar los representantes de la raza aria? No se ha podido ubicar el momento exacto, pero sin duda, es posterior a la década de 1930. Con el ingreso de Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial, 170
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx