ganar 4-2. Austria protestó de inmediato y el Jurado de Apelación, compuesto por cinco europeos, ordenó que el partido se jugara nuevamente dos días después a puertas cerradas. Los peruanos se negaron a presentarse y toda su delegación olímpica abandonó los Juegos, como los colombianos, que apoyaron a sus vecinos de Sudamérica. En Lima, manifestantes peruanos lanzaron piedras contra el Consulado alemán y el presidente Benavides denunció “la maquiavélica decisión de Berlín”. Cuando los diplomáticos alemanes apelaron ante Benavides para puntualizar que la decisión no había sido tomada por alemanes, sino por dirigentes de la FIFA, el presidente cambió su posición y culpó de las manifestaciones a los comunistas. En el informe presentado a la Federación Peruana de Fútbol (FPF) por Claudio Martínez, presidente de la delegación olímpica peruana en Berlín, se dan algunos alcances de la discutida decisión de la FIFA y se responsabiliza directamente a esta organización por la injusticia cometida Error fundamental del Comité Organizador de la Olimpiada fue el dar cabida a la comercializada FIFA en un certamen amateur. Error que no fue capaz de corregir poniendo en su sitio a los mercaderes del deporte cuando ultrajaron y befaron con un fallo inicuo a una delegación como la del Perú, que concurrió a honrar con su presencia de nación joven e idealista, unas justas que suponía controladas con justicia y corrección [...]. Salta a la vista, pues, en forma inobjetable, el deliberado propósito de la FIFA de impedir por todos los medios a su alcance que el Campeonato Olímpico fuera obtenido por el Perú. Entre las razones que para ello pudiera tener —todas de interés particular para esa institución y en pugna con los intereses del deporte, cuyo control ha asumido—, está la de no verse privada de los porcentajes que recibe cuando el equipo campeón juega en Europa, porcentajes de los cuales se iba a ver privada si el Perú traía el campeonato a Sudamérica. Se trata, pues, de un interés exclusivamente económico de una organización esencialmente comercializada como la FIFA, explotadora del football profesional y socia de todos los grandes partidos que se juegan en Europa (Memoria, 1936). En todo caso, si aún se cree que Adolfo Hitler intervino en el asunto, habría que hacerse una pregunta. Mientras Perú le ganaba a Austria, en otro partido de cuartos de final, Noruega sorprendió eliminando a Alemania con victoria de 2-0. Ese resultado nunca se discutió. ¿Por qué el Jefe de Gobierno alemán movió todas sus influencias para favorecer abyectamente al equipo austríaco en vez de hacerlo para favorecer al propio equipo alemán? Algunos podrían decir «es que el enemigo racial y político era el Perú, no Noruega, aliado de Alemania». La historia los desmentiría: cuatro años después, Noruega fue uno de los primeros países 169
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