superiores, la gran raza que debía dominar el mundo daba lástima, así, apiñada en su área, despejando a ningún lado. Lolo Fernández no se acuerda de quién recibió la pelota, pero está próximo a la valla cuando lo derriban entre tres austriacos. Pito. El árbitro Christiansen no cobrará penal aunque sobraban razones [...]. Dice que arriba, que no le hagan teatro. Lolo se incorpora, como aturdido, y Villanueva acomoda la pelota. Escupe en el centro y la acaricia como a un animal. –¡Primo, con toda tu alma! Lolo asintió. ¡Cojones, qué barrera más extraña! Diez jugadores cerraban el arco. Eso no es lícito. Iba a protestar cuando sonó el silbato. Dios mío, dame fuerzas para meterla como sea. Embistió la pelota, nada más que cinco pasos. Al fin hincó la zurda en el pasto, envió la derecha a demoler la bola. ¡Pom! Zumbó como un proyectil que se curvaba por alto y a la izquierda hasta entrar al gol. –¡Uuuuuuuuuuuu! –, volvió a asombrarse el estadio. ¡Cuarto gol! ¡Y otros tres anulados a la mala! Lolo baja la cabeza, sonríe. Otros corren a abrazarlo. Allá, en el arco de Kainberger, los austriacos se pelean. Anochecía en Berlín cuando Christiansen sopló el pito, recogió la pelota y salió hoscamente. Había ganado el Perú cuatro goles a dos, por lo menos. En las tribunas del Hertha los peruanos cantaban el Himno Nacional. El texto anterior es solo un extracto del libro de Guillermo Thorndike, Una historia del fútbol peruano, dedicado a la actuación de la selección nacional de fútbol en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936. Entre los peruanos, de ese tono es más o menos la historia que se maneja acerca de los legendarios olímpicos de Berlín. Una historia que, a grandes rasgos, solemos resumir así: el fútbol peruano tuvo su primera participación olímpica en los Juegos de Berlín de 1936 con una selección encabezada por Lolo Fernández y Alejandro Villanueva, y en la que figuraban los once jugadores del Sport Boys, campeón local126. Tras una sacrificada travesía, los bravos futbolistas peruanos llegaron a Alemania y asombraron al mundo con su juego exquisito. En la primera ronda golearon 7-3 al exigente seleccionado de Finlandia y en su segundo partido derrotaron 4-2 a Austria —uno de los mejores equipos del mundo—, pese a la actuación del árbitro noruego Khristiansen, que favoreció descaradamente al equipo europeo. Ese triunfo le dio al Perú el pase a las semifinales del torneo y por la calidad de su fútbol los blanquirrojos eran grandes candidatos a ganar la medalla de oro. Sin embargo, Adolfo Hitler no podía permitir que en esos Juegos Olímpicos organizados para demostrar la superioridad de la raza aria, un equipo compuesto en su mayoría por negros y mestizos le ganara a Austria. Suficiente amargón había tenido con que el corredor negro Jesse 158
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