Panfichi agrega que el enfrentamiento entre Alianza y la Universidad «daba la posibilidad de ritualizar en un campo de fútbol los conflictos étnicos y culturales (negros y cholos versus blancos) y de clase (trabajadores pobres y estudiantes acomodados) que dividían a la sociedad peruana de entonces» (Panfichi, 2002, p. 32). En general, el análisis del primer clásico jugado entre Alianza y Universitario ha llevado a los investigadores a caer en determinismos raciales y económicos para explicar el origen de esta rivalidad. Análisis socioculturales podrán dar cuenta que en la Lima que dio origen a esta rivalidad era más importante el estatus. Definido no por cuestiones biológicas de raza ni por asuntos meramente económicos, el estatus se marcaba por patrones de comportamiento y consumo que determinaban quién era decente y quién no. Cuestiones como el honor y la apariencia eran más importantes que la mera riqueza. Como señala David Parker, «lo importante es que el dinero por sí solo no tenía significación: era el dinero correctamente empleado en el consumo lo que ganaba posición social» (Parker, 1995, p.170). Dentro de este estatus, quien realizase un trabajo manual estaba en el último nivel en la escala. Pero habría que hacer aquí una salvedad. En el caso de Alianza Lima, el trabajo manual que realizaban sus integrantes podía ser de tres tipos: choferes, albañiles y obreros. Mientras el obrero trabaja dentro de un local cerrado y bajo el control de un patrón, el albañil y el chofer trabajan en la vía pública, donde todos pueden observar que realiza un trabajo manual. En la época del Oncenio de Augusto B. Leguía era común la presencia de «arribistas», aquellos que ganando poco, imitaban los comportamientos del grupo social superior. Por una cuestión económica, era difícil que un jugador de Alianza Lima pudiese imitar tales comportamientos, pero no imposible. Al obrero le podía resultar más fácil hacerlo que al simple albañil o chofer: por un lado, pocos podían saber que realizaba trabajo manual y, por el otro, veía en el patrón los comportamientos que finalmente imitaba. Como sostiene Augusto Ruiz Zevallos en La multitud, las subsistencias y el trabajo. Lima de 1890 a 1920, «la construcción podía brindar empleo, pero también podía significar un descenso de categoría laboral» (Ruiz, 2001, p. 71). La creencia popular, generalizada por los medios de comunicación, sostiene hasta hoy que los escandalosos sucesos del primer clásico aparecieron por el enfrentamiento entre jugadores negros y blancos, 134
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