los obreros» (Sport, abril de 1930). Sin embargo, es bueno decir que algunos de los más importantes jugadores de Alianza eran albañiles y choferes y no obreros, un matiz que marcará grandes diferencias, como veremos más adelante. En un análisis del fútbol en el Perú como literatura y como texto, David Wood utiliza la obra de Guillermo Thorndike, El revés de morir, para afirmar que la población negra posee cualidades físicas excepcionales que no le permiten, sin embargo, acceso a la civilización: [las] construcciones del futbolista (sobre todo del futbolista negro) se refuerzan mediante apelativos que lo ubican en el terreno de prácticas culturales primitivas, como por ejemplo, el “negro diablo” José María Lavalle, el “Mago” Valdivieso o el “Rodillo Negro”. Tales actitudes se hacen explícitas después del partido de Sport Alianza contra Atlético Progresista de Buenos Aires en 1926, cuando algunos cronistas criticaban a los aliancistas por su forma de juego y abogan por perder como caballeros que ganar de manera deshonrosa: “¿No se habían portado los negros como unos salvajes? ¿Dónde estábamos? ¿En el Perú o en el Congo?” (Wood, 2005, p. 133). Con esta aseveración, Wood parece generalizar el estatus inferior de la población negra de la ciudad de Lima de las primeras décadas del siglo XX, equiparando estatus y raza. Consideramos que olvida que otros factores, como comportamiento y consumo, inciden decididamente en la construcción del estatus, con lo que podemos tener estatus superiores e inferiores dentro de la misma población negra. En una nueva investigación sobre Alianza Lima, el sociólogo Aldo Panfichi sostiene que el evidente favoritismo de la Federación Peruana de Fútbol hacia la Federación Universitaria motivó que los de Alianza vieran en el equipo universitario el rival a vencer. Para Panfichi, el favoritismo queda demostrado en el hecho de que en 1927 el equipo de la Universidad fue aceptado para participar en el torneo de primera división de 1928, sin antes haber pasado por la segunda división (Panfichi, 2002). Sin embargo, para el torneo de 1928 no solo fue aceptado el equipo de la Universidad. Se aceptó masivamente la llegada de nuevos clubes que, hasta ese entonces, jugaban en la segunda. En el primer torneo organizado por la Federación Peruana de Fútbol, en 1926, participaron 11 equipos. En el de 1927, ocho. En cambio, para el de 1928 el número de equipos ascendió a 19, es decir, 11 más que el año anterior. Así, la Federación Universitaria llegó directamente a primera no por un afán de favorecerla, sino con el propósito de aumentar el número de equipos participantes en ese torneo. 133
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