1. ¿NEGROS CONTRA BLANCOS? Tal vez algún longevo aficionado al fútbol aún recuerde los sucesos ocurridos en las tribunas aquella vez. Sin embargo, por el tiempo transcurrido, las imágenes reaparecerán vagas en su mente. No podrá determinar si fueron palos o bastones los objetos arrojados al campo113. Tampoco podrá establecer con claridad quién dio el primer golpe: si los jugadores o los aficionados. Dependiendo del color de su camiseta, este viejo hincha podrá decir que fueron los aliancistas los que iniciaron los escandalosos sucesos o que fueron los bulliciosos estudiantes de la Federación Universitaria los que armaron la gresca. Si pudiésemos encontrar a este viejo aficionado, estamos seguros de que su memoria habrá reinterpretado los hechos a partir de elementos posteriores, «porque la memoria humana no es como la de la computadora donde los datos se acumulan y quedan intactos, sino es como el procesador, que transforma los datos incesantemente, con un continuo descartar de materiales que no tienen sentido o que tienen demasiado para poder hablar de eso, para después rellenar los vacíos (a menudo inventando)» (Portelli, 2004, p. 43). Es poco lo que podríamos obtener de una fuente oral como la que sugerimos. Así, el primer enfrentamiento entre los equipos de Alianza Lima y la Federación Universitaria —llamada hoy en día Universitario de Deportes—, el primer clásico, es un acontecimiento que ha quedado registrado en la leyenda. En 1999, la revista deportiva Don Balón entrevistó al, por ese entonces, único jugador sobreviviente del primer clásico. El universitario Mario de las Casas tenía 93 años y había estado inmiscuido en el inicio del escándalo desatado en aquel primer partido entre aliancistas y universitarios. La respuesta «no me acuerdo bien del gol, ¿dice que fue de Pacheco?»114 (Don Balón Extra N° 6, 1999, p. 11) nos exime de mayores comentarios acerca de la fragilidad de la memoria. 130
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