PRESENTACIÓN A LA PRIMERA EDICIÓN Abelardo Sánchez León En el Perú, escribir sobre fútbol supone una cierta dosis de masoquismo. Las victorias son escasas y, cuando ocurren, adquieren un extraño velo de proeza o heroísmo. Escribir sobre fútbol, en el Perú, supone también una cuota de creatividad, pues se trata, para nosotros, de un deporte en extinción competitiva. No debemos olvidar que la llamada globalización nos inunda a través de partidos jugados en los diversos confines del planeta. ¡Ah, FOX!, ¡ah, ESPN!, ¡ah, GOLTV! Y, por cierto, escribir sobre fútbol en el Perú supone una complicidad con los sentimientos más primarios de la identidad, aquella comunión mágica entre los que hemos nacido en esta tierra. Porque, como dicen ciertas personas, solamente un gol peruano es capaz de unirnos, de fomentar una alegría verdadera y una esperanza real que ninguna otra actividad puede lograr con igual intensidad. Claro, esos goles son escasos y, por lo tanto, esa alegría resulta remota. Sin embargo, ese gol existe, claro que existe, a veces infla las redes del arco contrario y todos nos entusiasmamos tanto que pensamos que Dios nació en estas tierras, que somos grandes jugadores y que iremos al próximo mundial. AVANZA PERÚ, GOL DE BRASIL Pero Aldo Panchifi insiste. Eso es verdad; insiste con una tenacidad que deberían envidiar los futbolistas. Aldo Panfichi es una excelente persona: cree en el fútbol, en los lazos comunitarios que es capaz de fomentar, va a los estadios, aplaude, pifia, se alegra, se molesta. Sin embargo, le interesa sobre todo lo peruano a través de aquellas gambetas, centros, rechazos, ataques y contra ataques que se dibujan en el terreno de juego, en el gramado de los ahora diversos estadios que hay en Lima y en otras 10
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