Ese gol existe 2da edición

ALDO PANFICHI es profesor principal del departamento de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y ha sido jefe de dicho departamento, coordinador de la maestría de Ciencia Política y coordinador de la especialidad de Sociología. Actualmente es presidente del Latin American Studies Association (LASA), coordinador del doctorado de Sociología de la PUCP y presidente del comité organizador de la especialidad de Relaciones Internacionales en la misma universidad. Es doctor de Sociología por The New School for Social Research, en Estados Unidos, y máster en Sociología por la PUCP. Ha sido investigador visitante en el David Rockefeller Center for Latin American Studies de la Universidad de Harvard, profesor visitante de maestría en Migraciones Internacionales de la Universidad del País Vasco y conferencista en varias universidades de América Latina. Entre sus recientes publicaciones están: Fractured Politics: Peruvian Democracy Past and Present (Londres, 2011), Lima, siglo XX. Cultura, socialización y cambio, coeditado con Carlos Aguirre (Lima, 2013), Movimientos e instituciones y la calidad de la democracia en América Latina y la Unión Europea (Barcelona, 2014), Alternativas para la democracia en América Latina (México, 2015) y próximamente aparecerá el volumen El otro partido: la disputa por el gobierno del fútbol peruano (2018). 2

ALDO PANFICHI Editor ESE GOL EXISTE UNA MIRADA AL PERÚ A TRAVÉS DEL FÚTBOL SEGUNDA EDICIÓN AUMENTADA 3

Ese gol existe. Una mirada al Perú a través del fútbol © Aldo Panfichi, editor, 2016 De esta edición: © Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2016 Av. Universitaria 1801, Lima 32, Perú Teléfono: (51 1) 626-2650 Fax: (51 1) 626-2913 feditor@pucp.edu.pe www.fondoeditorial.pucp.edu.pe Cuidado de la edición, diseño de cubierta y diagramación de interiores: Fondo Editorial PUCP Prohibida la reproducción de este libro por cualquier medio, total o parcialmente, sin permiso expreso de los editores. ISBN: 978-612-317-182-7 4

PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN Devoré este libro cuando apareció en Lima en 2008. No solo porque incluía autores reconocidos y prestigiosos, sino porque se trata de un tema que me ha fascinado por años. Volví a leerlo cuando una revista de historia me solicitó escribir una reseña un par de años después1. Y recientemente he disfrutado volver a mi ejemplar con anotaciones y subrayados y además leer dos nuevos ensayos, uno de Efraín Trelles y otro del mismo editor, Aldo Panfichi. Ese gol existe adquirió un significado especial cuando lo tuve entre mis manos. Esperaba aprender más del tema. Mi historia con el fútbol peruano se remonta a 1979 cuando llegué a Lima por primera vez y comencé a «disfrutar» del fútbol local —«sufrir» sería un término más apropiado—. Yo era entonces un gran fan del béisbol y había jugado fútbol en el colegio, más con entusiasmo que con habilidad. Había pasado un año en Tucumán, Argentina, donde veía los partidos del Boca Junior en la televisión en blanco y negro de la familia que me alojó, y asistí a varios partidos del Atlético Tucumán. Fui a Matute a los pocos días de haber llegado a Lima. Con un amigo tomamos un colectivo desde Surquillo que nos dejó en algún lugar de La Victoria. De ahí caminamos y él se encargó de que, por seguridad, mi dinero estuviese siempre en los bolsillos de adelante. Alianza Lima se convirtió de inmediato en mi equipo y volví al estadio cada vez que me encontraba en Lima, ya sea en los años que viví allí o cuando estaba de paso. En Estados Unidos la aculturación de los inmigrantes a través de los deportes es un fenómeno común. Siempre disfruto escuchar los diversos acentos al momento de animar a mi amado (y empobrecido) equipo de béisbol, los A’s de Oakland (California). Algunos de sus seguidores provienen de países donde se practica el béisbol, que van desde el Caribe hasta Japón. O, en ocasiones, ocurre que extrañan a sus equipos locales de fútbol, rugby, cricket, y el béisbol se presenta como un sustituto adecuado. Los eventos deportivos en Estados Unidos atraen a muchos 5

extranjeros. Y como extranjero con muchos años en Perú, puedo decir con total sinceridad que me emociono con Alianza y la selección peruana. Una de las delicias que trae el deporte son los argumentos que si bien pueden ser apasionados, son rápidamente superados. Recuerdo a algunos amigos que mostraron su enojo —o su sorpresa— cuando señalé que en los últimos treinta años, el periodismo deportivo había decepcionado casi tanto o más que la selección peruana. Me explico. Parte de mi afición a los deportes consiste en levantarme y leer la sección de deportes antes que cualquier otra cosa. Por obvias razones, esto me hace ver como un viejo que depende de los periódicos en papel, pero incluso hoy, pese a que me entero del resultado de algún partido por internet y mi teléfono me notifica sobre los A’s, Alianza y otros equipos que sigo, todavía disfruto leer la sección deportiva. Por años, e incluso décadas, era común notar la ausencia de análisis social o sociológico entre los periodistas de Lima y Cusco. Uno podía leer resúmenes de los encuentros, con el acostumbrado «análisis» que buscaba explicar todo a partir de la «garra» que hubiese estado presente o ausente en cada partido. Pero ¿quiénes eran los jugadores? ¿Cuáles eran las tensiones existentes entre ambos equipos? ¿Qué explicaba la notoria ausencia de seguidores en los estadios? ¿Cómo lo pasaba un jugador peruano en el extranjero? Estas eran interrogantes que merecían mayor atención y que siempre me pregunté por qué los periodistas de Lima y Cusco no trataban de explorarlas un poco más. La sombría situación del fútbol peruano y el periodismo deportivo, no obstante, ha mejorado. De hecho, considero que quienes escriben en este libro reflejan y han contribuido en esta mejora del análisis del fútbol2. Algunos de ellos, como Aldo Panfichi y Gerardo Álvarez, organizan eventos y conferencias sobre deportes y sociedad; Carlos Aguirre ha enseñado un curso sobre historia del fútbol en Perú, Estados Unidos, España y Argentina; y la presente antología incluye a reconocidos periodistas como Jaime Pulgar Vidal y Efraín Trelles, quienes sí desarrollan un análisis sociológico y muy bien escrito. Este diálogo entre académicos y periodistas es esencial para mejorar la discusión de cualquier tema, desde la política hasta los deportes. (Estos ejemplos también confirman la vieja regla de que los mejores periodistas no son quienes estudian periodismo). Ese gol existe trae nuevamente los mejores trabajos sobre la sufrida historia del fútbol en el Perú. Precisamente ahora que la selección peruana ha mostrado un buen desempeño y ha dado lugar a cierta esperanza en la Copa América (2015), estos ensayos enfatizan la reciente 6

trayectoria en el análisis y discusión sobre los deportes en el Perú. Los ensayos se alejan de cualquier interpretación simplista sobre los «gloriosos años» o de las recetas sobre cómo el fútbol puede mejorar. Los autores reunidos en el libro también se aproximan al lado más tenebroso del fútbol: la violencia de los hinchas, las barras bravas y el racismo, por citar algunos ejemplos. Solo nos queda esperar que esta tendencia crítica continúe y se expanda hacia otros deportes (el vóley merece definitivamente una mejor cobertura) y fuera de la capital. Se necesita saber más, por ejemplo, sobre el turbio universo de cómo se financian los clubes, especialmente a raíz de la crisis financiera de Universitario de Deportes y Alianza Lima. Esta es una excelente colección de ensayos. Más de la mitad de estos cubre la primera mitad del siglo XX, así como fenómenos más recientes como la tragedia de Alianza Lima de 1987, las barras bravas y notables periodistas como Don Varleiva y «Gallito». La atención se desplaza luego a regiones, para analizar la infartante campaña del Cienciano en 2003, donde el equipo cusqueño terminaría derrotando al River Plate por la Copa Sudamericana, y luego haría lo propio con el Boca Juniors para ganar la Recopa. Aún si el lector o lectora no es necesariamente hincha del deporte rey, los artículos sobre el fútbol y la clase trabajadora o cómo se jugaba el fútbol al interior de las cárceles de Lima son importantes y constituyen impecables trabajos de historia. Recomiendo todos los textos por igual, y los lectores lograrán encontrar temas que les llamen la atención. Los académicos, por otro lado, encontrarán importantes argumentos sobre el estudio del fútbol, así como ejemplos del acercamiento de la sociología, estudios culturales y la historia; los lectores interesados en la buena prosa y las historias fascinantes disfrutarán el relato de la participación en la selección peruana de 1936, cuando Perú «enfrentó a Hitler»; y quienes busquen pistas sobre la resurrección del fútbol peruano hallarán más de una señal de esperanza en estas páginas. Se trata de una compilación de muy alta calidad, con ensayos producto de investigación paciente y extensa, además de muy bien escritos, bellamente ilustrados y —como se espera del fútbol— apasionados. La historia de los deportes puede tener también todos los defectos de la mala Historia: muy empíricas o institucionales («¿Quién jugó en tal posición en tal año?»), chauvinistas («Mi equipo es el mejor») y aisladas de debates y discusiones más amplias. La sociología del deporte, por otro lado, puede llegar a ser tediosa, con mucha teoría y pocos héroes y anti-héroes. 7

Ninguno de los ensayos en Ese gol existe cae en estas trampas. Estoy seguro que estos ensayos contribuirán a motivar en otros investigadores el estudio de los deportes en el Perú, tanto en el pasado como en el presente. También provocarán provechosas lecturas, en tanto el afortunado lector aprenda sobre la larga y rica historia del deporte rey. Charles Walker http://charlesfwalker.com/ University of California, Davis 8

1 The Hispanic American Historical Review, 90, 3, 169-171. 2 Me imagino que este libro motivó, quizá en parte, otro buen libro sobre el fútbol peruano: Jorge Eslava, ed. (2011). Letras y pasión en el fútbol peruano. Bien Jugado. Las patadas de una ilusión. Lima: Aguilar. 9

PRESENTACIÓN A LA PRIMERA EDICIÓN Abelardo Sánchez León En el Perú, escribir sobre fútbol supone una cierta dosis de masoquismo. Las victorias son escasas y, cuando ocurren, adquieren un extraño velo de proeza o heroísmo. Escribir sobre fútbol, en el Perú, supone también una cuota de creatividad, pues se trata, para nosotros, de un deporte en extinción competitiva. No debemos olvidar que la llamada globalización nos inunda a través de partidos jugados en los diversos confines del planeta. ¡Ah, FOX!, ¡ah, ESPN!, ¡ah, GOLTV! Y, por cierto, escribir sobre fútbol en el Perú supone una complicidad con los sentimientos más primarios de la identidad, aquella comunión mágica entre los que hemos nacido en esta tierra. Porque, como dicen ciertas personas, solamente un gol peruano es capaz de unirnos, de fomentar una alegría verdadera y una esperanza real que ninguna otra actividad puede lograr con igual intensidad. Claro, esos goles son escasos y, por lo tanto, esa alegría resulta remota. Sin embargo, ese gol existe, claro que existe, a veces infla las redes del arco contrario y todos nos entusiasmamos tanto que pensamos que Dios nació en estas tierras, que somos grandes jugadores y que iremos al próximo mundial. AVANZA PERÚ, GOL DE BRASIL Pero Aldo Panchifi insiste. Eso es verdad; insiste con una tenacidad que deberían envidiar los futbolistas. Aldo Panfichi es una excelente persona: cree en el fútbol, en los lazos comunitarios que es capaz de fomentar, va a los estadios, aplaude, pifia, se alegra, se molesta. Sin embargo, le interesa sobre todo lo peruano a través de aquellas gambetas, centros, rechazos, ataques y contra ataques que se dibujan en el terreno de juego, en el gramado de los ahora diversos estadios que hay en Lima y en otras 10

ciudades del país, donde domingo a domingo se despliega el Descentralizado, nuestro torneo, nuestro fútbol. Ese es nuestro fútbol, qué le vamos a hacer. No tenemos otro; los jóvenes podrán ser hinchas del Milan, del Barcelona, del Manchester o del Villarreal, pero nuestro fútbol es ese, el del Alianza, la U, el Boys o el Cienciano, y debemos quererlo, entenderlo, interpretarlo. Y, si fuera posible, cambiarlo de raíz, porque así como está no nos lleva a ninguna parte. Si en los últimos veinte años el mundo ha cambiado, si el Perú ha cambiado, si la ciudadanía peruana es otra, ¿por qué nuestro fútbol deberá seguir estancado, sin modificarse un ápice, colocándonos en el sótano de la tabla de posiciones en América del Sur? Perú o Bolivia. Bolivia o Perú. Los dos coleros. Aldo Panfichi ha escrito una interesante introducción para este conjunto de ensayos que conforman el libro. Gracias a él, mi tarea se vuelve más sencilla: reconoce que el título es preciso, porque trata de un recorrido a la historia del Perú a través de la óptica del fútbol. Todos sabemos —y allí radica la grandeza de este deporte— que el fútbol no se reduce a lo que sucede en el terreno de juego. Al contrario, el volumen nos da a entender que lo que allí ocurre, el juego propiamente dicho, permite conocer el ardor de las tribunas, el estadio mismo, los alrededores del recinto, la ciudad y sus barrios, las barras, las identidades, los conflictos y las alegrías de mucha gente, sean hinchas, aficionados o ciudadanos. El libro es un recorrido que va desde los últimos años del siglo XIX hasta nuestros días. Quizá falte, pero podría ser motivo de otros estudios, la aspereza del negocio hoy en día, tanto a nivel mundial como continental y local, pues este tema se encuentra imbricado. La lógica globalizada del fútbol nos lleva a todos al Viejo Continente, a los diversos torneos europeos, a la migración constante de futbolistas cada vez más jóvenes a integrarse en aquellos torneos. Los casos recientes de Paolo Guerrero, Carlos Zambrano y Reimond Manco indican que el torneo local es un escollo o una trampa que se debe saltar lo más pronto posible, incluso debe esquivarse del todo, pues este torneo los devoraría como Neptuno y los mataría en la mediocridad del medio. Temas como la lógica de los clubes locales, sus dirigencias, sus administraciones, sus elecciones, tienen un interés creciente. ¿Hasta cuándo los clubes van a funcionar como lo vienen haciendo desde siempre, desde los tiempos inmemorables de Plácido Galindo, Alfonso Souza Ferreira, el doctor Swayne o el almirante Labarthe? Todo hace indicar que la dirigencia secreta del fútbol peruano 11

ya no da más, que existe una lógica perversa —vender jugadores nuestros muy jóvenes, comprar jugadores extranjeros muy viejos, no promover las canteras, tener instituciones sin infraestructura mínima, por ejemplo— que hace que se escriba sobre un espectáculo prácticamente inexistente. Foto 1. La crisis del fútbol peruano, una historia repetida. Sport Gráfico, 1930. Sin embargo, el libro apunta a otra dirección. Privilegia los aspectos sociales que rodean el fútbol como una manera de crear vínculos e imágenes de nuestra sociedad. De alguna manera, nuestra sociedad está marcada por los rasgos raciales y ello se expresa nítidamente en el fútbol: Dimas Zegarra, Julio Baylón, Pedro León, Alberto Gallardo, José Velásquez (negros altos, fuertes, pícaros); Héctor Chumpitaz, Panadero Díaz, Hugo Sotil (cholos de acero inoxidable); Guillermo Delgado, Víctor Benítez, Roberto Challe, Flavio Maestri, Alfredo Tomasini (blancos que provienen de diversos colegios más o menos acomodados de la clase media). 12

EN FIN, MAESTRO, EL FÚTBOL DA PARA TANTO. COSAS DEL FÚTBOL, MIGUELITO… El fútbol peruano resultaba mucho mejor cuando se escuchaba por la radio que cuando se veía por la televisión. Los oyentes tenían una gran capacidad de imaginación. Las jugadas se exageraban y la dinámica parecía la de un torbellino. Como cuando se conversaba en las cantinas y se recreaban los goles de Lolo Fernández, los cabezazos de Valeriano López, los partidazos de aquel Sudamericano de 1959 en Buenos Aires, cuando los aficionados se imaginaban aquella delantera conformada por Huaki Gómez Sánchez, Miguel Loayza, Juan Joya, Alberto Terry y Juan Seminario, ¿será esa la delantera?, ¿no me estaré confundiendo? Eran tiempos en que lo poco se veía con la claridad suficiente: se veía con la claridad del corazón y todo se oía mejor, muchísimo mejor. Definitivamente, los trece trabajos que Aldo Panfichi reúne en esta oportunidad nos permiten entender mejor la sociedad peruana, ya que de eso se trata, en el fondo, todo estudio interesante, pues nada de la vida le es ajeno al fútbol. El fútbol —deporte varonil, popular, competitivo y de equipo, de grupo, de comunidad— es un espejo que hay que limpiar cada cierto tiempo para entendernos y querernos más. Tarea encomiable y resultado positivo en este caso. Un resultado victorioso, sin duda, que debemos agradecer a cada uno de los autores. 13

INTRODUCCIÓN: HACIA UNA SOCIOLOGÍA DEL FÚTBOL Aldo Panfichi Este libro es parte de un esfuerzo colectivo por construir la sociología del fútbol como un campo académico autónomo y legítimo. Precisamente, en los últimos años, se han publicado libros importantes, se han organizado conferencias en las mejores universidades del mundo, y el número de tesis de pregrado y posgrado está en ascenso, todo lo cual parece indicar que estamos en los albores del nacimiento de la sociología del fútbol o futbología. El creciente interés académico responde al hecho fácilmente comprobable de que el lenguaje del fútbol ha desbordado los estadios para incursionar en todas las esferas de la vida cotidiana. Provisionalmente, la futbología puede ser definida como el conocimiento (logos) que surge del estudio del fútbol como un fenómeno social, cultural, económico y político. Con esta perspectiva pierden terreno aquellas ideas arcaicas que consideran este deporte como el opio del pueblo, o una actividad intrascendente orientada al ocio y el placer, que emplea más el cuerpo que la inteligencia y que carece de relevancia sociológica alguna. Nuestro punto de partida es felizmente otro. Los capítulos de este libro son una muestra de la vitalidad intelectual que rodea al fútbol. Pensamos que este deporte es un fenómeno sociológico extraordinario, que ofrece la posibilidad de ir más allá de describir cómo grupos de individuos luchan por un balón; es útil, además, para revelar desde nuevos ángulos una amplia gama de fenómenos sociales, económicos, culturales y políticos. Las posibilidades de investigación que se abren con esta postura son diversas, pero en nuestro medio esta es aún inicial y concentrada en ciertos temas o problemáticas. Este libro en particular reúne los avances logrados en algunas áreas temáticas. Destaca, en especial, el origen y transformación de las identidades y las formas culturales que ellas adquieren. Luego, las tensiones y rivalidades que caracterizan la vida social de las comunidades de hinchas o clubes; y, finalmente, los discursos y narrativas que conforman la historia cultural de este deporte. Una 14

promesa de conocimiento especialmente atrayente para nosotros, los peruanos, debido a la naturaleza heterogénea, fragmentada y altamente conflictiva de nuestra convivencia social. Teóricamente, la naciente sociología del fútbol se alimenta de un conjunto disperso de ideas que se han producido en distintos lugares del mundo, pero aún no logra dotarse de marcos teóricos generales bien estructurados. Varias de estas ideas están presentes en los capítulos que este libro presenta, pero otras están ausentes y forman parte de la agenda futura de la sociología del fútbol. El acápite que sigue presenta brevemente algunas de estas ideas para beneficio de futuras investigaciones en nuestro medio. 1. El potencial académico del fútbol se basa, en parte, en su capacidad de representar en forma simbólica la lucha entre dos pueblos o comunidades por dirimir situaciones de superioridad y dominación. Como sabemos, esta es una disputa tan añeja como el ser humano mismo; sin embargo, lo importante es que en el fútbol se desarrolla en condiciones democráticas. Es decir, una competencia en igualdad de condiciones, sin privilegios ni jerarquías estamentales o patrimonialistas que influyan decisivamente en el resultado final. La representación ocurre, además, en un espacio público construido para este fin y con un árbitro y reglas que todos deben respetar. La condición de igualdad explica la pasión popular que este deporte despierta en todo el mundo, más aún en lugares donde salir de la pobreza o lograr triunfos sin favores ni privilegios es algo extraordinario. En suma, como dice Ehrenberg (1992), el fútbol recoge las aspiraciones democráticas e igualitarias de diversos grupos sociales, neutraliza temporalmente en el imaginario las jerarquías cotidianas del orden social y prioriza el uso de la fuerza y el enfrentamiento. En un partido de fútbol, los dos equipos enfrentados tienen las mismas posibilidades de ganar o perder, y la superioridad hay que demostrarla en el campo de juego. Las reglas que regulan este deporte son universales y están por encima de cualquier interés de grupo. Se trata de once jugadores contra once, distribuidos en posiciones de ataque y defensa, bajo la atenta mirada de los árbitros que son la autoridad última e inapelable, una suerte de la autoridad estatal. Los rivales se identifican con colores, banderas y canciones que reafirman identidades bien establecidas. La victoria es para aquellos que penetran 15

en el corazón del equipo rival, superan sus líneas defensivas y logran marcar el gol. Luego habrá que defender la ventaja con las uñas, o aprovechar el desconcierto del rival para anotar la mayor cantidad de goles posible («pasarlo por encima» se dice en las tribunas) y así derrotar la incertidumbre del resultado final que acompaña todo partido de fútbol. En estas disputas nacen héroes y mitos, se construyen identidades y se emparentan destinos. El potencial analítico de esta representación es aún mayor si concebimos los grupos enfrentados en un partido de fútbol como comunidades de hinchas. Para esto, es de suma utilidad el concepto de «comunidad imaginada» de Benedict Anderson (1983), quien propone analizar las comunidades como construcciones culturales imaginadas a lo largo de una historia, cohesionados por vínculos y sentimientos de identidad. Se dice que son imaginadas porque sus miembros pueden no encontrarse jamás en persona, pero todos comparten una misma pertenencia a una identidad futbolística bien definida. Se podría decir, entonces, que las comunidades no se diferencian por ser buenas o malas, legítimas o ilegítimas, sino por la forma y los contenidos en las que son imaginadas y construidas socialmente. Este proceso no ocurre desconectado de los principales acontecimientos que caracterizan las coyunturas históricas. Por el contrario, el fútbol es parte de la historia misma. Si trasladamos este concepto al fútbol, mejoramos nuestro entendimiento de la forma en que se constituyen y reproducen las comunidades de hinchas y fanáticos. Identificarse emocionalmente con el destino de un equipo o club determinado produce vínculos y sentimientos de hermandad con otros aficionados con los que se comparte la misma devoción. Como dice Medina Cano (1999), «todos ellos comparten un misma comunión, una pasión extrema por su equipo y una agresividad militante contra el rival histórico o de turno». La unanimidad no debe llevarnos a pensar que las comunidades son homogéneas cuando están formadas por personas de distinta procedencia y, además, con distintos grados de involucramiento: aficionados individuales, hinchas organizados, socios, dirigentes, jugadores y empleados del club. Lo «imaginario» no hay que entenderlo como un artefacto cultural mental carente de existencia real. 16

Por el contrario, es una construcción particular que captura fragmentos de la realidad operante, que luego se convierten en hechos reales. La formación de una comunidad de hinchas es un proceso complejo. En ella es posible identificar por lo menos dos tipos de factores. De un lado, un conjunto de significados culturales heredados de pertenencias de clase, barrio, territorio, familia o grupo étnico. De otro lado, significados que se adquieren en las experiencias de socialización a las que estamos expuestos en la vida cotidiana hoy en día. La forma en la que estos significados se combinan en una matriz de identidad depende de cada caso específico y del contexto económico y político en el cual se desarrolla, como veremos en varios capítulos que forman parte de este libro. Hay que precisar, eso sí, que las comunidades de hinchas no son comunidades de vida, es decir, no organizan la totalidad de los aspectos de la vida de sus miembros. En la actualidad, con excepción de los fanáticos más entregados, la mayoría de personas tiene adscripciones o militancias múltiples que se originan en el trabajo, la familia, religión, etnicidad y territorio. Es también interesante observar cómo en el juego mismo del fútbol — pero también en la vida interna de los clubes, en las sociedades de hinchas e incluso en la institucionalidad política de este deporte (FIFA, federaciones nacionales, y asociaciones)— se reproducen prácticas y discursos de cooperación, interdependencia y conflicto que se utilizan en otros ámbitos de su vida social y política. Los repertorios de acción que utilizan los individuos en la competencia por la victoria, el prestigio y la riqueza, son similares en sus distintas esferas de actuación, aunque aparecen de manera más descarnada en el fútbol al involucrar una alta dosis de pasión y subjetividad. En el fútbol no hay que cuidarse de los exabruptos públicos ni reina la etiqueta en los estadios; por el contrario, es la pasión y la defensa irrestricta de los colores la norma de alta estima. Este radicalismo social, al liberarse de las restricciones de la conducta socialmente esperada en el trabajo, el estudio y la familia abre la posibilidad de observar con mayor nitidez prácticas y discursos de confrontación y competencia. 2. No hay que olvidar, además, que el fútbol construye su propia historia, con héroes y villanos propios, jornadas épicas y trágicas, e incluso con sus propias estructuras institucionales y legales que se extienden por todo el planeta. También permite sentir diversas 17

emociones, como alegría y sufrimiento en contraposición con la vida rutinaria y llena de restricciones de conducta y obligaciones. Sin embargo, no debemos olvidar que los sentimientos, cualquiera fuese su naturaleza, tienen formas históricas, son producto de la cultura y el tiempo (Escalante, 2000). Por ello, todo grupo de personas necesita transformar los hechos universales de la alegría expansiva y del sufrimiento en una historia que le dé sentido a la vida. Historia que se narra con el lenguaje propio del fútbol, con palabras, alegorías y referencias que nacen en los campos de fútbol e invaden otros públicos, más políticos e incluso académicos. La historia del fútbol es siempre una historia de rivalidades, lo cual revela la existencia de antagonismos bastante arraigados en todas las sociedades del mundo (Giulianotti & Armstrong, 2001). Según esta perspectiva, el fútbol tiene una naturaleza binaria al involucrar siempre equipos e identidades opuestas y enfrentadas. Precisamente, son estas oposiciones las que dan forma a las rivalidades deportivas, las cuales sirven cada vez más como mecanismos de diferenciación sociocultural. Las rivalidades deportivas, casi siempre, están asociadas a identidades sociales enfrentadas, sean estas de clase social, étnico cultural, políticas, territoriales, o nacionales. Richard Giulianotti (1999) afirma que las identidades sociales pueden tomar formas semánticas o sintácticas. Según este autor, la identidad semántica emerge a través de un proceso por el que las personas definen ellas mismas lo que son, tanto en términos individuales como colectivos. La identidad sintáctica, de otro lado, resulta del proceso por el que las personas definen lo que son a través de un rechazo enfático de lo que ellos no son. En suma, las identidades semánticas tienen sus raíces en la autoafirmación, mientras que las identidades sintácticas se definen por oposiciones externas. Basado en esto, Giulianotti propone la hipótesis de que la lógica subyacente del fútbol está dominada por la rivalidad y el enfrentamiento. Por ello, se colige, hay un predominio de lo sintáctico sobre lo semántico, y se crean así oposiciones en todos los niveles y espacios de la sociedad. Oposiciones que, cruzadas con las desigualdades materiales y de poder que caracterizan todas las sociedades, dan forma específica a las rivalidades deportivas y sociales. No obstante las ventajas del enfoque binario, es necesario relativizar la rigidez de las dicotomías, más aún si las identidades deportivas son, 18

por lo general, producto de combinaciones entre lo semántico y lo sintáctico. La construcción de la identidad es un proceso doble de autodefinición del yo y, al mismo tiempo, de diferenciación del otro y los otros. Históricamente, es posible que, en la etapa de formación de las identidades futbolísticas tempranas, los elementos semánticos hayan sido más fuertes, por lo que las rivalidades se expresaban en forma decente y caballeresca. De allí, por ejemplo, habría surgido la denominación de «compadres» del fútbol peruano a los clubes Alianza Lima y Universitario de Deportes. Denominación que, hoy, muy pocos aficionados utilizan y que ha sido remplazada por otras más confrontacionales y antagónicas. Con el desarrollo de la alta competencia y el negocio del fútbol, las formas identitarias sintácticas parecen haber adquirido mayor relevancia. Por ello, la rivalidad hoy es más de rechazo a los significados y colores que identifican al contendiente. Las rivalidades han desbordado los estadios para generalizarse en el barrio, la calle, el centro de trabajo o estudio, e incluso al interior de las familias. De otro lado, no todas las identidades deportivas enfrentadas dan lugar a rivalidades permanentes o regulares. Hay clubes de fútbol con identidades fuertes, pero amables, a los que muchos, incluso hinchas furibundos de otros clubes, quieren como segunda opción de hinchaje. El caso del club Deportivo Municipal es una muestra de ello. El Muni, como le dicen los aficionados, no concita rechazo ni encono ni son protagonistas de rivalidades históricas o de clásicos enfrentamientos. Evidentemente, esto resulta de la trayectoria de este club popular, formado por trabajadores de la Municipalidad de Lima, siempre luchando por evitar la baja de categoría. En este sentido, el Muni no amenaza la hegemonía de los principales clubes y, por ende, no es considerado un rival de cuidado. Igualmente, hay intentos de construir rivalidades deportivas con fines comerciales por parte de medios de comunicación o empresas privadas, pero en muchos casos estas no prenden ni logran concitar la atención de los aficionados. Sin embargo, como señala Janet Lever (1985), el fútbol no solo acentúa las diferencias entre grupos o comunidades, sino también promueve la integración y cooperación entre ellos al intensificar la conciencia cívica o nacional de pertenecer a una misma sociedad. En otras palabras, el fútbol, paradójicamente, permite unir la compleja sociedad moderna 19

subrayando el conflicto y la necesidad mutua entre las partes. En sociedades con graves fracturas regionales y étnico culturales como el Perú, el fútbol permite superar los antagonismos e incentivar la conciencia de unidad y pertenencia de diferentes grupos sociales a una identidad nacional más general e incluyente. Identidad nacional que se ha venido consolidando en las últimas décadas, y en la que el fútbol, a pesar de la ausencia de grandes victorias internacionales, ha tenido un rol importante. El nacionalismo tiene en el deporte una de sus mayores vías de difusión, aunque entre nosotros no ha existido una política sistemática de utilización política del fútbol. Lever afirma también que, pese a la hostilidad de la que hacen gala los clubes de fútbol para defender sus colores, ninguno de ellos puede existir solo y, de una u otra manera, forman parte de estructuras e instituciones transversales que organizan y regulan este mundo. La selección nacional, las federaciones y los campeonatos nacionales e internacionales son precisamente parte de estas estructuras. 3. Los clubes de fútbol pueden ser lugares privilegiados para estudiar la vida asociativa y la cultura política dominante de una sociedad determinada. Al respecto, es necesario señalar que los clubes como tales (asociaciones donde los individuos ejercen el derecho de reunirse libremente para practicar este deporte) nacen en Inglaterra como parte del proceso de creación de la burguesía moderna y la democracia. Como anota Norbert Elías (1995), es bastante significativo que el término club fuese adoptado por los revolucionarios franceses cuando se les permitió reivindicar el derecho político a la libre asociación, un derecho ausente en los regímenes tradicionales y autocráticos. Los clubes han tenido un papel fundamental en el desarrollo del fútbol, tanto en la producción de las reglas que regulan la práctica de este deporte y que consagran la competencia en igualdad de condiciones como una de sus premisas centrales, como también en la organización de las primeras competencias entre localidades o comunidades. Los clubes de fútbol forman parte del tejido organizativo de la sociedad civil, aunque esto no es muy reconocido por los analistas y la opinión pública. Por lo general, se ve a los clubes de fútbol como mera actividad recreativa y, por lo tanto, no se le considera parte de la sociedad civil ni de la sociedad política. Sin embargo, hay una tradición académica distinta que nos lleva por caminos opuestos. 20

Alexis de Tocqueville, en su libro Democracia en América (1969), señala que las asociaciones civiles que forman los ciudadanos para una variedad de fines políticos y no políticos son muy importantes en el desarrollo de la cultura política democrática. Poniendo más atención a las prácticas y a las costumbres de los ciudadanos que al funcionamiento de las instituciones políticas, Tocqueville sostiene que las asociaciones alientan la participación libre de los ciudadanos en asuntos colectivos, fomentan hábitos de sociabilidad basados en la reciprocidad, el compromiso y el respeto a las normas democrático electorales. En otras palabras, las asociaciones civiles podrían ser espacios de práctica democrática o reflejo de sus limitaciones y desafíos. Trabajando con esta perspectiva, Carlos Forment (2003) ha estudiado la compleja vida asociativa que caracteriza a la sociedad civil y la democracia en América Latina. En especial, las prácticas cívicas que ocurren al interior de estas asociaciones, como la deliberación pública entre los asociados, la sociabilidad horizontal, la transparencia en la gestión y los procesos de autorización electoral. Se trata, además, de precisar qué tipo de relación existe entre estas prácticas y la cultura política dominante en la sociedad mayor. Los clubes de fútbol, en esta perspectiva, son un tipo de asociación de creciente importancia social y política, más aún cuando los partidos políticos se han debilitado y los líderes políticos concitan la desconfianza de la población. En un trabajo reciente, Forment (2007) profundiza en esta dirección y dice que los clubes de fútbol argentinos tienen un doble y contradictorio papel. De un lado, estos clubes promueven prácticas cívicas y democráticas entre sus miembros; sin embargo, de otro lado, reproducen prácticas no civiles que legitiman una cultura política autoritaria y caudillista. A diferencia de los clubes más poderosos del mundo, los clubes latinoamericanos son mayormente asociaciones civiles y no sociedades anónimas, y sus asociados son los propietarios colectivos del club. En Argentina y Brasil, los clubes más importantes tienen miles de socios, ofrecen una amplia gama de servicios y son considerados actores económicos y políticos importantes. La situación es bastante diferente en el Perú, donde los clubes de fútbol tienen muy pocos socios, institucionalmente son frágiles e informales y su importancia es más social y cultural que político institucional y civil. En todo caso, la vida 21

interna de los clubes es el escenario donde se expresan formas de accionar que también están presentes en la sociedad civil y en la sociedad política. En el Perú, la vida asociativa de los clubes de fútbol y su relación con la sociedad civil y la sociedad política no es aún objeto de investigación académica. Tenemos, no obstante, algunas hipótesis que es necesario corroborar o modificar. Una de ellas sostiene que la debilidad institucional del sistema político (Estado y partidos) tiene su correlato en la precariedad e informalidad de los clubes de fútbol y la institucionalidad deportiva del país. Sin embargo, pensamos que el fútbol peruano está en peor situación: los clubes no son espacios donde se practique o fomente la cultura democrática, sino uno de los reductos más reticentes del autoritarismo social y el caudillismo criollo. Durante los últimos años, la economía y la sociedad han sufrido grandes procesos de transformación y nuevos actores han surgido en casi todos los ámbitos, pero el fútbol peruano, en lugar de progresar, parece haber involucionado. Actualmente, los principales clubes peruanos de fútbol continúan siendo asociaciones semi cerradas, ofrecen pocos o ningún servicio a sus asociados, y no tienen el menor interés en democratizarse o masificarse, ya que esto significaría el fin de los pequeños grupos o clanes. La poca vida interna, además, está dominada por el fraccionalismo y predomina el machismo, la homofobia y el uso arbitrario y no transparente del poder. En este contexto, muchas veces el fútbol es visto por algunos aventureros como una actividad que permite salir del anonimato, ser reconocido por la opinión pública y, eventualmente, permite saltar a una carrera política. Este es el caso de dirigentes deportivos convertidos en congresistas y autoridades políticas, o abogados dispuestos a cruzar fronteras con el objetivo de aferrarse a sus puestos. En suma, los clubes de fútbol más importantes del Perú, en lugar de ser espacios de ejercicio y aprendizaje democrático, se habrían convertido en espacios legitimadores del caudillismo arcaico. 4. El libro que el lector tiene en sus manos reúne quince trabajos dedicados a analizar, desde distintas perspectivas, la relación entre el fútbol y la sociedad peruana. La mayoría de estos son textos inéditos o publicados fuera del país, con excepción del trabajo de José Deustua, 22

Steve Stein y Susan Stokes que, por su carácter precursor e inspirador, se incluye en este volumen. Los trabajos que componen el libro se pueden agrupar, en términos generales, en tres áreas temáticas. La primera trata del origen y la transformación de las identidades futbolísticas y las formas sociales y culturales que ellas adquieren. La segunda se refiere a las tensiones y rivalidades que caracteriza la vida asociativa de la comunidad de fútbol. Y la tercera a los discursos y a las narrativas que conforman la historia cultural de este deporte. La identidad, y sus transformaciones comunitarias, es el área temática en la que se inició el interés académico por el fútbol en el Perú, y donde los avances han sido mayores. En efecto, este interés se originó en el marco del proyecto de investigación Lima Obrera 1900-1930, que dirigió Steve Stein de la Universidad de Miami, a inicios de los años ochenta. Si bien el fútbol no era el objeto principal de este proyecto, dirigido a reconstruir la historia del mundo obrero y sus luchas sindicales, los investigadores encontraron reiteradas evidencias de lo central que era el fútbol en la vida cotidiana de los limeños de inicios del siglo XX. Decidieron, entonces, investigarlo a través de la historia oral y la revisión de archivos. Uno los resultados de este esfuerzo es el artículo de José Deustua, Steve Stein y Susan Stokes, «Las clases populares limeñas y el fútbol, 1900-1930», que reproducimos en este libro. Es el primero en mirar desde las ciencias sociales la relación clase social y fútbol. En esta área se incluyen nuevas contribuciones producidas por jóvenes académicos durante sus investigaciones de tesis de pregrado. Nos referimos al historiador Gerardo Álvarez, con su trabajo «El origen y la difusión del fútbol en Lima, 1892-1919», y al sociólogo Martín Benavides, con su «De la fundación a la invención Aliancista: el Alianza Lima, club de obreros, negros y de La Victoria». Ambos trabajos sugieren que el rápido desarrollo del fútbol en nuestro medio a inicios del siglo XX fue resultado de dos procesos. De un lado, del aliento de algunas instituciones del Estado a la práctica de este deporte, especialmente en la escuela, como una manera de apoyar la construcción de un hombre nuevo con capacidad de defender la patria ante un eventual conflicto externo. La amarga experiencia de la Guerra del Pacífico afirmó la idea de un sector de las élites de la necesidad de introducir entre los jóvenes actividades atléticas en lugar de 23

pasatiempos tradicionales y señoriales. De otro lado, desde los actores sociales mismos se producen procesos de invención cultural de las identidades fundacionales de los clubes de fútbol más importantes. El trabajo de Benavides, en particular, se centra en la invención de la tradición obrera, popular y victoriana del club Alianza Lima. También en esta área se incluyen los trabajos de Richard Witzig, sobre el ascenso del club Cienciano en las competencias y rivalidades nacionales e internacionales, y el de David Wood, sobre el papel del fútbol en la formación de la identidad cultural peruana. El primero trata de la emergencia de una identidad deportiva ganadora desde la ciudad del Cusco, una región con fuerte densidad histórica y cultural y que aprovecha la ventaja de jugar en altura. Un aspecto bien revelado por Richard Witzig, debido a su formación como médico de profesión. El segundo se centra en la formación de la identidad nacional del Perú, a partir de la perspectiva de los estudios culturales. Sobre las tensiones y rivalidades que caracterizan la vida asociativa de las comunidades de hinchas, el libro tiene las siguientes contribuciones. El artículo de Aldo Panfichi y Jorge Thieroldt, «Identidad y rivalidad: clubes y barras. Alianza Lima y Universitario de Deportes», donde se describen los procesos de transformación de las formas de identidad y rivalidad de los clubes de fútbol más importantes del país. Una rivalidad que tiene su punto de partida en la trifulca generalizada del primer clásico, y que es motivo del trabajo de Jaime Pulgar Vidal, titulado: «A bastonazo limpio. La historia del primer clásico del fútbol peruano». La rivalidad y la confrontación como estilo de vida domina también los aspectos informales de organización de los jóvenes que forman las barras de fútbol. El trabajo de Jorge Thieroldt, resultado también de su tesis de licenciatura en Sociología, titulado: «Barras y pandillas: límites cotidianos a la construcción de igualdades», muestra cómo ocurre este proceso en las calles y esquinas de los barrios populares de Lima. Un fenómeno sociológico poco entendido y malinterpretado por sectores de la opinión pública. En este grupo hemos incluido el trabajo de Carlos Aguirre, «Los usos del fútbol en las prisiones de Lima (1900-1940)». Esta ha sido una decisión difícil, ya que este artículo ofrece varias contribuciones temáticas, entre ellas la práctica del fútbol en las prisiones limeñas como parte de una estrategia de relación con los presos, o el papel del 24

fútbol en el imaginario de la élites urgidas de controlar grupos considerados peligrosos, o el uso del fútbol para la construcción de clientelas con las autoridades. Sin embargo, a nuestro criterio, el trabajo de Carlos Aguirre tiene otra contribución importante que queremos resaltar. Es mostrarnos cómo al interior de la comunidad de presos se reproducen, a través del fútbol, las rivalidades étnicas y raciales entre limeños y costeños criollos de un lado, y «serranos» o indígenas de otro lado. Rivalidad que impide incluso que puedan jugar unos contra otros sin que no hubiera posibilidades de violencia y tensión. El trabajo de Aguirre, además, nos muestra que el proceso de formación de clubes de fútbol ocurre también al interior de las prisiones. Los discursos y las narrativas que distintos actores construyen a partir de incidentes ocurridos en el fútbol es un área temática que cuenta con varias contribuciones importantes que recogemos en este libro. Ellos muestran que algunos de estos discursos dan lugar a mitos y leyendas que se convierten en «verdades históricas» que sostienen lealtades y definen rasgos de identidad. Evidentemente, estos mitos y leyendas son parte central en la construcción imaginada de las comunidades de fútbol. Lo interesante es que estas son producidas por individuos que se ubican en los entornos cercanos del fútbol, llámense hinchas, dirigentes o periodistas deportivos. Luis Carlos Arias Schereiber hace una contribución importante con su trabajo «Berlín 1936: La verdadera historia de los olímpicos peruanos», donde analiza con la ayuda de documentos oficiales y registros periodísticos europeos el mito fundador del fútbol peruano. Aquel que dice que en las Olimpiadas de Berlín sufrimos el robo del título por una conjura internacional en la que participó incluso la Alemania nazi. En la misma dirección, Aldo Panfichi y Víctor Vich, con el trabajo «Fantasías políticas y sociales en el fútbol peruano: la tragedia de Alianza Lima, 1987», muestran cómo un hecho traumático, como fue la caída del Fokker con el equipo íntegro del club Alianza Lima, da lugar a relatos fantasiosos relacionados con la difícil coyuntura política que el Perú vivía por esos años. Finalmente, este libro incluye valiosos testimonios de vida de dos periodistas de enorme trascendencia en el desarrollo de la prensa deportiva del país, lamentablemente hoy desaparecidos. El primero de ellos, 25

conocido con el seudónimo de Varleiva, fue un extraordinario periodista y observador de su época, la primera mitad del siglo XX, y tuvo un papel activo en la formación de los primeros semanarios deportivos que se publicaron en el Perú. El segundo, un poco más conocido por las nuevas generaciones, Litman Gallo, ofrece un registro fascinante del desarrollo de la prensa deportiva durante la segunda mitad del siglo XX, en especial la prensa escrita, la radio y la televisión. Ambos trabajos: «Don Varleiva: memorias de una época», testimonio recogido por Aldo Panfichi, y «Cincuenta años de prensa deportiva en el Perú con Littman Gallo, Gallito», recogido por Luis Carlos Arias Schereiber, constituyen aportes al casi desconocido campo de la prensa deportiva en nuestro país. Bueno, se acabó el preámbulo, pitazo inicial, va. BIBLIOGRAFÍA Anderson, Benedict (1983). Imagined Communities: Reflections on the origin and spread of natiolism. Nueva York: Verso. Ehrenberg, Alain (1992). Estadio sin dioses. Revista de Occidente, 134-135, julioagosto. Escalante, Fernando (2000). La mirada de Dios. Estudio sobre la cultura del sufrimiento. Ciudad de México: Paidós. Foer, Franklin (2004). How Soccer Explains the World, An Unlikely Theory of Globalization. Nueva York: Harper Collins. Forment, Carlos (2007). The Democratic Dribbler: Football Clubs, Neoliberal Globalization and Buenos Aires Municipal Election of 2003. En Public Culture 19. Durham: Duke University Press. Forment, Carlos & Carlos Makler (2004). Crisis de representación, vida política y clubes de fútbol en Buenos Aires contemporánea. En Cuadernos de Investigación Social. Lima: Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP. Giulianotti, Richard & Gary Armstrong (1997). Reclaming the Game. An Introduction to the Anthropology of Football. En Entering the Field, New Perspectives on World Football. Oxford: Berg. Giulianotti, Richard & Gary Armstrong (2001). Constructing Social Identities: Exploring the Structured Relations of Football Rivalries. En Fear and Loathing in World Football. Oxford: Berg. Lever, Janet (1985). La locura por el fútbol. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica. 26

Medina Cano, Federico (1999). El fútbol: su lúdica y su simbología. Pretextos, Revista de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Lima, 12. 27

EL FÚTBOL EN LIMA: ACTORES E INSTITUCIONES (18921912)3 Gerardo Álvarez Este trabajo presenta un análisis del origen y la difusión del fútbol durante las primeras décadas de su presencia en Lima. A lo largo de las secciones de este texto, desentrañaremos los orígenes de la práctica de este deporte, presentaremos a los actores que lo jugaron y, posteriormente, prestaremos atención a las instituciones y clubes que apoyaron y permitieron su difusión, para luego revisar los tipos de clubes de fútbol más importantes que, según su origen social, se dedicaron a este deporte. Antes de proseguir, conviene hacer unas precisiones. Primero, este trabajo se restringe al estudio de la práctica del fútbol en la ciudad de Lima y en el puerto del Callao, así como en los balnearios y pueblos situados en los alrededores de Lima (Miraflores, Chorrillos, Barranco, Magdalena, Vitarte). Segundo, con respecto a las fuentes, empleamos principalmente la prensa dado nuestro propósito de presentar la evolución de este deporte a partir de los registros sobre su desarrollo cotidiano; paralelamente, hacemos uso de la bibliografía de la época (crónicas periodísticas, revistas). Tercero, al ser muy escasas las investigaciones históricas sistemáticas a partir de fuentes primarias sobre el tema que tratamos, la importancia de la información de primera mano es mayor y de ahí el tono descriptivo del trabajo; así, por un lado, el esfuerzo está dirigido a poner al día los estudios que unos pocos estudiosos e investigadores han realizado sobre el tema; por otro lado, queremos oponernos a los lugares comunes y afirmaciones descontextualizadas sobre la práctica del fútbol en este período. 1. PRIMEROS REGISTROS DEL FÚTBOL EN LIMA Las noticias más antiguas sobre el primer partido de fútbol refieren que este se jugó el 7 de agosto de 1892; Jorge Basadre nos dice que se disputó 28

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