El libro de las maravillas - Cuentos de Tanglewood

que los separaban varios muros de piedra, una colina y las negras sombras del bosquecillo de Marte), por lo que aconsejó a todos los héroes que ocuparan su puesto en los bancos de la galera, con los remos levantados, listos para iniciar la huida. Al acercarse a la nave, Jasón oyó decir al mas- carón de proa: -Date prisa, príncipe Jasón. Date prisa, si quie- res salvar la vida. Y no pudo sino advertir cierta inquietud en aquella voz siempre tan dulce y serena. Y, dando un gran salto, se reunió con sus com- pañeros. Al contemplar el radiante esplendor del vellocino de oro, los cuarenta y nueve ar- gonautas lanzaron un grito de triunfo; y Orfeo, tocando el arpa, entonó una canción para ce- lebrar tan importante victoria. Y la nave pare- ció volar de regreso a su hogar, ¡como si tuvie- ra alas para navegar al son de tan prodigiosa música!

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