El Heraldo masonico

BL HERALDO. <lel Cristo para alcanz,ir el espaotoso fin de s11 fnstitucion-el martirologio de todas las na· ciones. La Compañia tembló por primera vez; se vió sitia<la: la cólera popul,11· subió a su colmo, y naufragó por fin en el oceano inmenso de sus al tas pretensiones. La serpiente se arrastró enlónces; se p1·esentó por momentos humillada. La hipocresía es io– :.eparable de la maldad cuando a ésta la defiende el.fanatismo. i\Ias la derrota no dió el triunfo definitivo: los sol<lodc.s de la negra milicia eligieron n ueYos y mas temidos Capitanes, y rehicieron fácilmente sn ejército bajo las bóvedas del Santuario. Calumniaron, persiguieron, ex.comulgurnn, nada dejaron por hacer á,~fin dc4:olver (1 recon– quistar el campo perdido. Sus enemigos, los celosos defensores de la doctrina do Josucrislo, mostraron entónccs al mundo el Retrato de la Comp®iia, cópia fiel y verdadera del original, y el que los hizo enmudecer de cólera puost0 que vino á ilustrar todas las conciencias y a des– correr el denso velo de sus manejos snbterraneos y abominables intrigas. Bntól'ces pudo conocer el pueblo la vercla– tlera marcha de esos hwnildes hijos de fo v1rdacl, como ellos se llaman, y medir la exteusion de sus cdmenes y miserias. En Francia los horrores de la Liga, ele los que l 0 11os flleroo los ca usan les, y demas, <lestrozos y asesinatos. · En Inglaterra la conspiracion de la pólvora, ontre otros muchos excesos, que estovo á p11nto de reducil· á cenizas á toda la ciudad de Lon• dres. En Polooia las sublevaciones excitadas con– tra la Universidad de Craeovia, y sus miserables manejos en las demas ciudades de ese reino. En Portugal sus inauditas intrigas y el asesi– nato de uno de sus reyes. En Alemania los robos que cometiel'On <le los hieues y abadías de las antiguas Ordenes. ~n la China las persecuciones suscitadas con– tra los obispos, misioneros y fieles que rehosa– hau hacerse cómplices ele sus maldades, y la~: matanzas por la invasion de los tartaros da la que ellos fueron los autores. En el Japon la sublevacion horrible ue la que fueron los promotores y jefes, y que dió en tier– ra con los progresos que allí llevaba hechos el cristianismo. En Am~rica la guerra cruel hecha a los santos obispos de Ajirópolis y de la Asundon del Pa– raguay, donde se abandonaron á criminales ex– cesos y se coronaron reyes. Y su marcha en fin poi· todos los put>blos del mundo donde pusieran sus plantas. La historia recogió .tocios estos hechos 'y que– dó asombrada. m pueblo despertó, ya pesar ele las bulas de los papas, maldiciones y excomu– niones, no lia tornado a dormirse y espanta al reptil de sus hogares. ¡Ni cómo dormirse si la cadena de desastres y de infortunios aun se prolonga á nuestros tlias~ No les ha valido á esos hijos de las Lurbulcn– cias y del error tener casi siempre de su parte a los papas para ahuyentar la repugnancia uni– versal. Todos sabcu ~·a que el miedo los hace, si no alistarse en sus filas, cooperar á sus desig– nios. ¡Y ay! <lel Santo Padre que no inclinas!) sumiso la eerv¡z ante los hijos Lle LO) ola! Pobre de él si se al reviese a censmar sus obras 6 á con• denar sus errores, porqu~ sería asesinado antes de publica r sus ceusnras, como Clemen te Vlllf Desgradado de él si inspirado por el Es¡Jlrilu Santo se avanzase i1 supl'imirlos, porque lo ha– rían sallar las eutraí'ias con un veneno, como a Clemente XVI! Los papas pues, casi todos han estado de sn parle y han recomendado á los pueblos esa infa– tig(lble milicia. Pero a esas recomendaciones arrancadas al miedo, vemos por este libro que contestan con valenlia Papas lambieo, Cardenales ilustres, Santos Preludos, todo el clero de la Iglesia Ga– licana, las mas eélebres Facultades de teología, las mas sabias Universidades de Europa, los mas augustos Tribunales, Magistrados los mas íncor– rnptiblcs, Misioneros santos, ffimbiljadores, pue– blos enteros de católicos, ele., etc. Y el testi– mooio de la Ilístori.i, vive Dios, vale mas que el testimonio <le algunos papas. La Compaliía de Jcsns se ha alímonlado siem– pre en el misterio y es re~ida por constituciones que ordenan eoovertirse á sus miembros en ca– dáveres (pcrin<le ac cadaver) para que nunca pnetla ser inlerrurnpirla esa siniestra armonía que prepara los acontecimientos. Predica la doctrina abominable, criminal sin defensa, ele que es lí~i to matar a los magistrados cuantlo son anatematizados por los papas 6 por ella. Ha predicado y predica peligrosos errores sobre la Trinidad, la Eucaristía, la Redencion, los Sacramentos y sobre el poder y dignidad de los Obispos. Los libros que los contienen see,1- cncntran sembrados por loe.las partes, a pesar ele haber sic.lo condenados por Papas, sabios Obispos .v célebres Facnlta<lt>s do teología. Su moral es perniciosa y corrnptiYa, y á pesar de los anatemas qno la Silla de Roma ha lanzado contra ella, la Compañia se mantiene pertinaz y se esfuerza en propagarla. . ~u polílica es excecrable, y el presente libro manifiesta bien claramente que solo so alimenta de la impostura, <lo la calumnia, tlel perjurio, de las prácticas mas indignas y reprobadas. La Compañia en cualquiera parto del mundo qtw se encuentro donde pueda extender sus in-

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