El Heraldo masonico
EL HERALDO MASONICO. Año U } Callao, Lunes 7 de Julio de 1862. } Núm. 23 EL HERALDO. Cu.. uo, 7 DE Ju1,10 DE 1~62. FlLANTROPIA I\IASÓ. 1 lCA. A labonJa<l del honorable h.·. Darras, capi– ta,o del buque francés uBra,e Lourmelo, debe– mos los pormenores de un acto masónico de alta sigoificacion, y que insertamos con suma ~om– ¡►.lacenda, en cu.aolo á la benignidad de losbh. ·. pero con dolor, por la desgracia C]ll"8 lo motivó. El 11> de Juuio último, tuvieron lugar en las Islas de Chincha los funerales, del desafortunado ~Ir. Víctor Oetroyat) capitan que fué de la fraga ta francesa «i.\Iedoc», y de sus dos amigos que sucumbieron con él. Uo mason entusiasta, resideote en las Islas, couvocó a todos los hh. ·. de mar y tierra para acompañará los difuntos á su última morada; y a tan huma ni !ario llamamieolo respondiernn mas de treinta masones de diversos paises, v~rifi– candose el ceremonial con órden y religioso re– cogimiento. Concluido el oficio fúoeb1·e eo la Iglesia, se encaminó la concurrencia hácia el Cementerio, en el órden siguiente: presidia la marcha la Crn¼ Alta; en seguida, el estandarte masónico; des– pues todos los hh. ·., decorados con sus insig– nias de sus respectivos grados masónicos: á con– tiouacion los féretros, y por último el venerable Pa!'roco del lugar. Llegada la comitiva al Cementerio, y despues del ceremonial religioso, los masones rindie1·on al ca pilan Detroyat y sus compa11eros, los últi• mos honores masónicos; redearon las fosas, echaron tierra sobre sus restos y una flor de las que llevaban, en demostracion del postrimero ¡a Dios: que daban á las desgraciadas víctimas. El hecho que acabamos de referir no debe pa– sarse en silencio, porque no es solamente la ca– ridad masónica lo que llama la atencion, sino el amalgamiento de las ceremonias católicas cou las masónicas: el sacerdote que presidió las pri– meras, acredita que es hombre ilustrado y que ha compNndido las tendencias u~l masonismo. Ojala que en tocias las capitales fucrnn los parro– cos tan sagaces y despreocupado~, como lo es el de las Islas. Tiempo es ya de que desaparezcan la superslicion y el fanatismo, y se busque, en la esencia de las cosas, si tienen ó nó algun méri– to. It;t ilustre sacerdote que tan elevado l,a puesto su nomf>rc, y los dignos masones que supieron r.011 tanta precision, rendir homenaje respetuo– so y caritativo á la desgracia, reciban un voto de agradecimiento por tao loable conducta. Como ala:unos de nuestros lectores Í"'norar{u1 V l:) tal vcz lo que ocasionó la m11e1·te del que fué Víc- tor Detroyat, les instruirémos en dos palabras. _Mr..Detroyat y dos amigos suyos, q11is1eron dn·ert1rse con la caza de aves y lobos marinos, y para lograrlo, salieron á la mar en una embar– <,a~ion pequoña. Distantes del puerto (lsl.. s de Ch1nclia) uua fuerte ráfa.ga ele viento volteó el bote, y aun<¡ue no perecieron eo el acto, en po– cas horas mi.is fueron víctimas del sol y <.'I fnu del agua, pues que, habiendo, con supremos ,.•s· fuerzos, conseguido que la embarcaeion volvie– ra a colocarse en su primilivo estado, tenia mu– cha agua que no pudieron saca1', porque las roa– nos no eran bastante para extraerla, puesto que hasta los sombreros habían p2rdido en la ca– tastrofe. Un muchacho que fué el único que sobrevivió, refiere el hecho de la manera crue lo dejamos dicho. - A esta desgracia acudieron los masones: ellos están siempre donde hay lágrimas que enjugor y calamidades que remediar. UETllATO DE LA CO:\IPAÑU LL\~UOA DE JESUS. Varias personas nos han inslado pnra que :lé– mos publicidad á algunos trnzos del libro que lleva por título el que aparece á la cabeza de este escrito; y como habiéndole revisado '.)n~ coa tramos bastante utilidad eu las iueas emitidas por sus autores y el traductor, pri11 cipiamos con el prólogo que os bien notable. La obra fué escrita en portugués por una so– cieuad de literatos, y la tratlujo al castoliano D. José /1ntonio Torres eu ! 85,t. Cuando hace un siglo tuvo lugar la submva– cion general <le los pueblos de la Europa COútrti la Compaiiia llamada de Jesns, se dió á lu~ el presente libro que 1w essi11onn proceso iniciado á esa Orden para .ivis¡¡r al mnndo (1110 un -,me– migo uescaratlo y fonnidablc se habia levantado amenazando su felicidad y reposo. Al ruido do esa conmocion se alzaron asustados los jesuitas y procuraron a toda costa sostener el poder i.:– menso qoc se habian conquistado por medio do influencias exlrm1as> que ningun espíritu inso– lente anles:uo ellos se habia atrevido a pouer l'n juego; pues se ralieron del nombro y r, li,ron
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