El Heraldo masonico
. Año I }· Callao, Sábado S de Febrero de 1SS2. \ Núm. 2 EL IIERALDO. C1LL.\O, ·8 DE FEBRERO DE 1862. OlUGEN DE LA )Ir\SO~ERIA. Para penetrnr en los profundos arcanos que cubren el principio de la institucion masónicn, sería menester largos afias de nn estndio prolijo y continuado <le cuan to se ha escrit.o hasta nues– tros dias, y ni au_n así se consegniria conocerlo con evideñcia, porque las versiones y la tradi– cion son tan va riadas, que el obserrndor se con– funde sin sacar un resultado exacto de sus in ves– tigaciones. En este mareman de opiniones, en e~·e hacinamiento de da tos masó menos revesti – dos con el colorido de la verdad, no es por cier– to fücil deducir dónde fu6 su orígen ni quirn la cstatu\'6. Nos.o tros herncs consultado cuantas obras han llegado á nuestro poder, y aunque cada autor pretende hacer prevulecer sus razonamientos his– tóricos, todos disienten en cuanto á lo exacto, pero van acordes en manifeslarc¡ue es tan anti– gua como la creaccion , lo que se confirma con la letra de los li bros santos , que dejan vislum– brar la existencin del masonismo desde que l1u– bieron hombres en la tierra. Y es evidente de que los instin tos masónicos Yinieron con el primer hombre, porque poseyen– do 6ste virtudes morales, ejerciendo la caridad y trab,1jan<lo para sí y su prole, praclic-aba los prin– cipios de la instilucion , sin el simulacro que pos– teriormente se ha organizado para conforir los grados masónico~. Así pues, todo hombre hon - 1'.auo y laborioso puede decirse que es milson en la esencia, fall{1ndole unicamenle el perfec-- 1 {'ionarnien lo que se recibe en los establec:imien- ··" '"" con ese objeto-De la misma mane– ra que el ho1. · "e que nace con clara inleligen , cia, sera siempr nnn entidad sin imporlancia, si no recibe educ, 'ion, así lambien el rnnson por instinlo, debe reur1. ·c;e ti sus hermanos para que de comnn acuerdo pu~ fon operar el bien y <les– plegnr con prov-echo las >C'.\llas dolos con que la Prnvidencia le obsequiura. De lo que acabamos de exponer se dednce, que la masonería es contemporánea con la for– macion del Universo, y rernon lando nuestros de– ducciones, no sería aventurado usegurar que el mismo autor de esn müqnina admirabl e es el ,--,..MIIC,,i.,ii.W,.,. fulgoroso centro do donde parten los rayos qn o van á ilu minar los templos en que trabajan I os fracmasones, y que poi· consignicnte es Dios el primer obrero. Pero no esel orígen filosófico el que r.osotros queremos explicar, es el principio Je la inicia– cion, de las sabias combinnciones, y en una pa– labra, de la asociacion masónica. Para llega r á este punto tenemos qne caminar por sendas es– trechas y dilatadns, y estractar Je las mul tiples opiniones, aque/las que estén mas en consonan– cia con la razon, con la human idad y con los funclamenlos c¡uc han hecho de. ella ya el terror de los tiranos, ya la cuna de las libertades públi– c-as, ya , en fin, el hospicio del desgraciado. Por estas faces verémos á la institucion o indaga!'C· mos con el esmero que nos sea posible las verda– deras causas que promovieron su organizacion. Repetimos, que este trabajo es de clndosa realizacion, por las mil contrnric<ludes con_que se babia del orígen de la iniciilcion; pero sin em– bargo, no desma)'amos, y seremos incansables en busca1· la verdadera fuente. Si nuestros es– fuerzos no son bastantes y solo podemos llegar hasta las pi!ertns del primer templo masónico, no se nos califique de omisos, sino de fa ltos de ca– paeidnu para ver clara y dislintamen le el obje– to que buscamos. (Conlinuarci.) Al3fiEVIATURAS. Algunos hermanos han tenido la bondad de indi– cnrnos que las abrcYiaturas masóni('·is deben con– serrarse en ios escritos; y como nosotros 110 podemos e11contrar convincPntes moli1 os que !as hagan $Ub– sislir, e YiLarnos ponrrlas, porque ese lcngn.ije miste– rioso á nada c-011duce en la instilucion, sino que por el contrario hace odiosa la lectura de un escrito quu no puedc' n descifrar los profanos y aun muchos de los iniciados-¿Qué mengua puede sufrir la insU tt1- cio11 diciendo arr¡ititC!clo ('OH \ocias sus letras y no ron una A.·. conio se acostumb ra? Esa osc uridad adop– !t1da en los tiempos pasados, debe desapnrece r, por q ue ya la existencia de la masonería no rs un se– creto. ni los o¡wrsorrs de !a humanidad conservan rsas omnímod;is de poder con qnc persegu ian fa nws grande asociucion que el hombre h a pod:do esLa– hlPc<'r. Si purs el mrisonismo lirne por hnse la virtud. y su e~c1H·ia ( s la moral purís'ma, ¿porqu,~ rscondcr su s,l\iia t( rmi nologia b;1jo PI hurdo m;1nlo de la inin– tcligihi,:dac1:> Así como rrcl'mos q¡¡e !os sr~r<'los fundamcnl,des dcb('ll ser conocidos únicamente. por los iniciado,, cuya ne( 1'sidacl probaren10s mas ,arde•, así tani bicn juzgamo·, q11c las .ihrc;-ia turas solo son
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