El Heraldo masonico

ASOHICOº Año I Callao, !,unes 16 die Jnnio de 1862. }Núrn. 20 EL llERALOO. CALLAO, 1 Ü DE Ju:-i!O Die ! 862. TRIC'.\FO DE L.\ i\IASONEHL\ _ Es índuJa!J!c que el nwsonismo se abre paso, por 11ias ernpefio que pongan en deteuerlo la su– pcrslicion y el fanatismo; ni p11cde ser de otro n:odo, si se considera que el prímero es la ex– prcsiou Je !a verJad y los otros el sofisma encu– bier to con la hipocresía. ~:n América, c¡ue se Jice ser, con pcqlleñas excepciones, la parle mas alrasaJa del globo, se ;,Iza el pendo!'! nwjesluoso de la libertad, y su in– jlujo conmueve· touo el edilicio social-Si al3u– nas me<lianias de cerebro calenturiento se atrc– ~cn a entorpecer la marcha solemne de los prin– t:ipios universalmente aceptadas, porque no fal– tan tiranuelw que los apoyen para mútuamente medrar, las !rtmcnsas mayorias , que., no acojcn sino lo útil y ,ecesario á su conservacioo, levan– .tan su fren te ·iereoa para combatir con hec!ios ..1.J~;ábsurdas teorías del absolutismo. La Europa, quesin ú uda carnina ú la vanguur– <lia de la civilizac:ion, es hoy el foco <le las lucu· braciones y detestables proyectos de comprimir á la humanidad bDjo la nefanda coyunda de la ciega obediencia y del fanatismo.--Allí, donde existen un Garibaldi, un Víctor Hugo, un Luis Blanc, un 11azzini, es justamente donde se conspi– ra contra la idea salvado, a del género linmano– Allí, donde Voltaire, Ronsseau, ~lontesquieu , Lameoais, O'Conell _\· otros g?>n ios dejaron trasa– <lo el camino que clebia seguir la presente geoe– racion, es donde la ambician se <leseuvuelve con frenético entusiasmo de la clerecía, que , e en Ll roptura Je las libertac.les públicas, su prog reso y felicidad. · Pero la institucion masón ica que es el com– plemento de la educacion moral, política y so– cial de la humanidad , ha arrancado la careia á los tir:rnos y puesto en tran spa rencia los Yicíos y mala fó de los nscéticos que son los enemigos constantes de los adelantos humanos, de la igual– dad, <le la fr;.iternidau y de la legalidad, base fundamental del orden y felici1lad Je los pueblos. tos embates del fanatismo, las sutilezas de la tiranía y los protervos planes <le los pocos trai– dores que han levantado la cuchilla contra la ma– dre patria , vienen á encallar sobre la ma3onería, <JUe, cou la ensena <lo la ver<la<l en la mano, de– sorienta y humilla a esos seres desgraciados que se han propuesto ser poderosos, aun cuando inm,Jcn clesangre humana todn la tierra y cnt:.1- ¡.,icen con catlúvcres la superficie del globo. Estas consideraciones horrorizan al hornl rn pcnsudor, y el pueblo inocente y 1:umi!c.!e se :-o– b:·ccoje de espanto y de pavura, porque pí:lrec~ imposible que un liombrc por ambician, pucJ.1 traspasar tod~s los límites de la justicia y al>:tn– donar el camtno dfl su propia tranquilidad, Hc– ,,_ando en su paso á millones de víctimas, que, sin com¡wwde1· á donde Yan, ni sabor hs 111;,lle::: que hacen á sus semejantes, se lanzan henchidos de oJio íJl dc3üello y la carnicería de lw:nhre~, mujeres y ni1ios para complacerá su Serior, c¡11c es la pcrsoniftt:acion Jel crimen y la prostituciiou . Estos hechos repetiJos en todos los siglo$, con– centró a! género humano bajo la fo rma simbóli– ca del obrero, porque el obrero es la figurn mas imponen te, y a la vez mas desgraciada de la hu– ma:1íJad, para conjul'Ul' los horroresdel ost:uran– tismo y !a barbarie que tenia11 sojuzgado al pen– samiento y pretendían penetra!' hasta en el corn– zon de cada ser racional, log rando con la tortura é inJignos manejos Je que se \'a!ian, hacer del hombro un autómata movible con los rcsortc5 d" su impudencia y criminalidad. MeJian:e ia luclia de miles de años de co11s– tanl'ia y vuleroso <letpreodimicnto de los h1josde la viuda ( 1), la sociedad há conseguido verse ¡¡__ brc del mayor número de sus perseguidores~ <.le poner al ta y triunfante la idea regeueradora; d<· dcsencadeua1· el pensamiento; de dal' irnpt1lso y respetabilidad a la imprenta; de encaminar la conciencia bajo las impresiones del buen sentí– Jo y sin otra influencia extraüJ que el deber; de proclamar la iguafdaJ, <le manifestar lo odioso de ios privilegios personales y vincul,1ciones, y por (ia, de hacer del hombre una entidad talco– rno la creó el Supremo artíl1ce de la naturalez:i . Ve rdad es, que en f'síl lucha, sostenida por un lado por el razonamieufo, y por otro, por ia inquisicion y la hoguera, se han sacrificado ic– numerables víctimas inocentes, puesto que a<i convenía á los inicuos planes <le los don1iua1!• - res, pa ra c¡uedar ellos solos en el campo d ,~<-,:),– tac.lo l>ajo la influencia <.le la dulce im;'it:•!1, :!1, Jesus. r:uadro aten·atlor es por cierto, el rccn 1 ·:·,.<, de lo posado. Casi es imposible considerar mu serenidad la época del feuda lismo, de lu est.:la.– vitwl un iversal, U<) los rigores del san to of.ic10, del despotismo <le los reyes, de la cuchilla ~iem- (1) La viuda de r¡1úen los masones se co•1side– ran h1fos, es la lwmanida<J.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx