El Heraldo masonico

E.L ImHALDO. butarel último homenaje que el rmisonísmo con•• congregados ett esle téLríco recinto, ulumhrntlo sagra i\ sus esclarecidos hijbs, la límitacion uel por estas vacilaoles luces que piirecen sepullnr– ticmpo hubria quiza resfriado mi únimo, si los nos en una esfera sombría y en eterno desconsuc. sentimientos masónicos que abrigo y el celo poi· lo; ahora que estarnos con templando en ese ata– nimplir los preceptos que emanan de nuestra hud el sudario que envuelve el cada ver de n1ws– instíLucion, no gravi tasen tan podorosarnonle en 1110 li. ·. y sobre el que hemos espa rcido flores mi; y p.>r esto, léjos <lo esquivar et deher que como el único perfume comparable al de !n ,ir– me h.1beis impuesto, me presento entre vosotros tud con que liemos qnorido dí.irle 11110 tra últi• <·onfiauo en \'uestra asend rada benevolencia. rna despedida, ahora en que pudiendo apreciar Kada hay mas doloroso, amados hermanos. mejor la dislt.ncía cnLre la vida y la eternidad, romo el verdoblcg:irse hajo e~ pesotle la muer- entre el ser y el no ser _v f'n tre el finito y lo iníi to a todos a<Juellos que consagran los esfuerzos oilo, podemos comprender tambien mas clo• de su vidu (ltlra akunzar el fin santo y sublime cucn tcnicntc ro medio clo es te escenario de dc– t.le levan tar el imperio del derecho en llledio de soludon y muerl ('; t anto nos imprl'siona !a pc- 1 ..is tendencias contrarias, que bajo mil formas queliez Y miseri,1 e.le nuestra e,istencia acLua l, v campean en una gnrn mayoría de las inteligen- Y la 13xtension y e s pl endor d<' la que nos espera: c1as, ofuscando á cada instan le los justos límites Y ahora finalmenl0, en que nuestras intolige-ncias en que dobedesarrollursc la personalitla<l hunw- dominadas por e!>tas iclens, y nuestros corazones na y ciando márjen de eslc modo, a que las so- cub iertos con l a p11ra uncioo de 1111 religioso ciec.lades presentes ofi·ezcan el triste cuatlro de anhelo, envía.o e.le consuno una dolorida plegarin la virtud esca rnecida , de la justicia vilipendiada al,~.·. U.·. U.·. para que acuerue el premio de v de la libertad rec ibiendo á cada momcntoru- losJustos á nuestro noblo y vii•tuoso h.·. Mono– dos embntes ue audaces volunlades, que prctefl- ralo Cordiglia . cien sobreponerse a las percepciones de la razon Pern si es imposible en los momentos actuales ." .í las inconcusas determinaciones do las le.> es; vencer al dolor que invade nuestros espíri tus y ) por esto, cuando \'ernos que la hGlaJa mano mas aun sofocar los doloridos acentos que oxha– en la muerte viene u secar una e~istencia cm- la~ nuestros corazones por el vacío que eso h.·. picada con grao en tusiasmo y fé en combatir deJa en las colnmnas del Taller, es sin embarg"o csasot!iosa-s rémoras que se oponen n nuestro preciso que nuestros espíritus no desfallezca'ñ, perfecto desenvolvimiento, el corazon no puede c?nio os he dicho <111tcriormente, sin-o que cu– dejar de senti rse desgarrauo porque con la pér- b1ertos con el :,alsamo de la fJ que el cristianis– t.lida de ese afanoso ol,rero, la sociedad pierde monos prcs~nla para cura r los dolores y ciC'a tri – una fuerza parcial que lo ofrecía unn prolrnhíli- zar todas las heridas del espíri tu, tratemos de d,1J mas para arribará la alta esfera dol tlcrc- alen tarnos y fortale<:ernos para conti nuar en la cho y de la libertad. c_onsecucion do nuoslt·o elovádo fin y en la ¡míc- y si esto a.·. h.·. csperimentamos cuando ve- t1ca de nuestras generosas acciones, redoblando mos desaparecer un individuo cnalquiern, cuya nuestros esfuerzos para llena r el vacio quo hoy Yida lleva impresa estos atributos ¿cuá l no sera notamos entre nosotros. el estado do nuestro ,í nimo al consitlc1·ar la desa- Y tú h.·. Cordiglia, uosde la esfera de la in ~ pariciou de 1111 ser uniuo a nosotros por el doble morlaliclac.l en que le hallas, contempla el dolor lazo do la ur.iformidau en los hoc:hos y por la efu- de nuestros corazones, las lagrimas que so des– sion de los sentimientos masónicos? y cuan ta no prenden de nnestros ojos nacidas de tu cierna sora la fuerza tle nuestro sufrimiento al contcm• s':p¡¡rucion, como asi mismo los tristes ayes quo piar vacío en nuestras columnas el lugar que en l11enden las bóvedas de estcsan tuario al darle tus otro tiempo era ocupado por el esforzado traba- hermanos laséil timasmanifcslacionesde su amor jador que nos alenlaba en la difít.:il y asperosa y ruega al Dios de la bondad y do la justicia pa~ senda de la purificacion soc·ial? Pero si hemos ra quo envio a tus hermanos !o:; preciosos<looes perdido un hermano, y si nuestra alma se sien to tle la uuion, de In constancia y de la fortaleza, f·1ertcmenteherida por clgolpoque la muerto para que así 11. ·. f.· . ye.·., puedan alcanzar ha desc·urgado tambien sobre 11os0tros al arre- porcomplNo el lriunfo definitivo de su ex¡,,lón• hatarnos sus luces, su constanc'.ia y sus virtudes, elido evangelio. essin embargo preciso que nuestro espíri tu no i\layo 12 do ·1862. se deje abati1· por el dolor, que nueslra inlc'ijon~ cia no desconlic y que nuestra Yoluntad no des- falleY-ca nr desespere por muy grande é inllena– ble que sea el vacio que la muerte de ese herma– no haya dejado en nuestra logia. Cierto es, queridos herma nos, que es superio1· :i nuestra naturaleza poder conlcnc1· el intenso sufrimiento de nuestra alma aho1·a que estamos B.·. G.·. U.·. VARIEDADES. LA GLORIA DE SAN PEORO EN LIMA . ¡Cuanto arrepentimiento! oh Dios mio! cuán– tos anhelos comprimidos! cuantas beldades pros-

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