El Heraldo masonico

EL H~R:\LOO oran hombres prohosé inOuyentes, y su número crecidísimo. Ahora bi en, ¿cómo es posible creer que un.1 rongregacionquesoou1pleaha en soste• ner el cristianismo ,,zotase a Cristo? ¿Cómo pcn– ~;ir que t~ntos hombres de virtudes conocidas se entregasen.. a abominables entretenimientos? ;_1:ómo pcrsuaüirse que los propagadores de la fé y apóstoles de la caridad arrojaran á sus pro• pios hijos en las llamas? ¿Cómo es que hombres meritorios v virtuosos hov , fues~n ma1iana CJÍ · 1nioales y pen·ersos? ;,Cómo siendo tan malva– ,!.;-,, losgobiernos los llamalrno en su apoyo? ¿Por qué la hisloria dr su tiempo no se ocupa <le t'llossino con atl111ÍIY,1cioa? Para hacer nn retrato lan alrozdela órden de t,~mplarios, el autor ha debido srr ronsccu~nte, y no hacerlos aparerer al principio como una a:;.wiarion modelo pára con\'ertirla luego en una de lobos cat"Oicerns; pero bien eonociJo estü su propósito, pues para realza r su nefanda compo ~icion con ribetes de impardalidad, ha querido clesli;,;ar algo de sus grandes hechos, {i fin de que 110$0 addcrla la risa sardonica con que lanza al Jominio público un paníleto con el que cree que cosechar(t muchos frut os, no obstante que Jice en su cornon- Q va os enaai10, men lecatos; » rnas el ex mason no ve qn?í'os leclores de Sll li• bro leguitian el ojo, y dicen a su vez-•¡pobre hombre>, cuán nfrio es! (Contiuunrá. ) Funerales del Teniente del Serenísi– mo G. ·. M.·. n,scl."nso t, F.IDO PO'R RL 11 . •. F.·. F.·. On -1x1 On. ·. ux,, lh:sr. ·. T .\LI.. ·• Q EsT111~1.,,,\ Por. \{I » Y.·. :\I.·. QQ.·. mr.·. El lúgubre aparnto que nos rndca, la tristeza y dolor que nos ahl'llma; todo nos anuncia que h(•mos vt'niclo a este Templo il rum plir con el último y doloroso tribu lo debido á hi amistad. '.'ineslro q. ·. h.·. el cahalleró Julio )lannel del Portillo ha dejado ele existir. El último rayo ha espi rado sobre su frente. g1 alma <lió a lama tl'ria el adios de la <lespeclicla, y en Slt Ynelo ha dl'jado nn l'adárnr a la tierra, un recuerdo f(¡. nchre para la masonería, y una idea descooso– q,,dora ac-erra de la cual vierte una familia el a1m1rgo llanto de la horfandad. Henovarémos este gran pesar, pero sera para hablaros de la muerte de un hombre justo. Todo pasa y se disipa con la Yelocidad de1 ra– yo. Pocos son los seres que llegan l1 su término. ¡Cuan corlo es d intórvalo que separa la vid,1 de la muerte. ¡Terrible ley dG la natu-raleza,mis• tcrio. impenetrable, á que Dios ha sugetado á sus r.rialuras; poro que por sor la obra del Su pre• mo A.·. D.·. U·. hay que mirarlo con la dulc:c ,•e_;i~nacion del crisiinno. Si no existieru en el hon;bre una voz interior, ó:·gano de la Divini• Jau que le a(hicrte, ser esta ,·ida pa:wgcra el modio de alcania r otra mt>jor, permi tido le se- ria maldecir la hora eo que ,·ió la luz. En eÍl'C– lo, ¿<·uan rortos son nuestros goces en la tierra. .r cuantos lossinsahores que en ella experimeo• tamos. ¿Pero do que serviría una vida estéril y sin fin cuando la última ílor de la ilusion se hubiese des– prendido del arbol de la esperanza? Nosotros re– gamos esa liorra, con nueslro sudor y nu esin, sangre, y abu ndante es la cosecha de nuoslra:1 propias miserias. J,a vida es para el hombre nna earga muy li– g-ern <'ll el momento ele nacer; lu conservacio11 de sn existencia depende de los cuidados y so• c-o rros c¡ue le prodigHn, sus r¡¡cul!ades so clesa r• rollan .al traves de conlrali<·mpos y ele la~ri– mas, _v úua ndo ~a !-O cncue111ra cu 01h1d al~<> avauzada, los males físicos y moralus mas lerrt• bles mm, se encadenan a su destino ine,·ilalilc; vive p:ira sufrir. Tal es el destino dt•I homhrc, que solo la creenl'ia de la inmorta lidaJ d el alma, pudiera embellecer susdias, y lwr.er trocar su descon• lento en acciones de gracias. Convenc-ido qnl' es inmortal, nada le arredra, consiucni la vida como una prneba indefinibl e r dolorosa, en que le es necesario el sufrimiento parn altanzar tu felicidad cierna; sabe que el hieu es insrparn– ble del mal, y <lue110 de su destino, 1rata Lle ha– cerse di~no de la recompensa que lo aguarda. ~uestro q. ·.h.·. ol cal>.·. T.·. G. ·. :\1. ·. Ju– lio Mnnuel <lel Portillo r uya pérdida irreparablt• hoy de ploramos, conoria a la perfeccion totlo lo dic.ho, y de coniinuo pral"Liraba aq11cllns arcio- 11 es, descansando en que -<'I orden soc\al, estú basado en el conjun lo de las virtncles. Asi lo manifestó en losúltimos fonerales <( lie tLn'ieron lugar en oste Tall. ·. ocupando el pues• to en que tengo la honra de ('Slar sen1r11Jo. El caballero folio M. ·. del Portillo jóve,11 ann contrajo los dulces l.izos clél himeneo . Pront,, foé padre. Desde ese instante so cons,1gr6 c·on mas ardor ,d lrnbojoa fin ele dar 6 S il próle 1111:1 educncion perfotla y vPntajosa. Dividido suco– ra;,;on entre S il esposa y su familia, elevahn al mismo tiempo un altar al nmor fralornal. Buco hijo, bllen padre, hnen esposo, l>11e11 amigo _v buen ciudadano, era <.'jomplo de todas las virtu– des y s11 hogar doméstico era un cué..dro d<' pnz y fclicidacl. Con una regular furt,10.-i le era eslremoda· menle grato enjugar con sus manos las lagrimas. d~I infortunio, y atender sus neresidades, era para la desgracia el irngcl de licnelic·enriél. Compr·cndiendo que 0ra dificil hacer el 1,icn aisladamente, 11') q110dó sali:,fceho sn deseo has• ta el momento en que admit itlo (! iniciado C!l n11estra sodedad, en la ctHII se prnC'li<·a In vir• t11d; _y ol hombre desrojado de sus pasiont's 110 vé en sus semC'jnntt•~ sino un igu:il sino uu her– m-i OO.

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