El Heraldo masonico

EL HERALDO MASONICO." Año I 1 í Callao, Lunes 31 de Marzo de 1862, { Núm. 9 • El1 IlERALDO. CALl,.\O, 31 DE ;\l,\RZO DE J 862. Por una enfcrmeducl ele que aun no cstnmos rcslahlecidos, no salio el número 9 el Sabado 29-Los accitlcntcs de este género no están su– jelos á la· mano tlcl hombre.-IW. :"1'11c$Lro inteli<>ento corresponsul de Panamil, lw tenido la fine~a de remitirnos el arlí011lo si– '-"uicnle que nn prof. ·. escribió en 1824 en vin– dicar.¡io1; de la mason~r(a. Co1110 rnnti enc hcllas i-má•ycncs y una crutl1c1on rccoml'ndahlo, lo <:o– loca~nos en la secrion principal, para qnc se comprenda qne la nrnsoncría es-la mns grande y sublime de l.is institucio~1cs; _quo s_c prcstn a las interpre taciones oo toda inteligencia, cuando la. bueM fó y lu nprecií\cion de lo justo cstan tic por medio. . IDE.\ DE L \ ~l.\SO"'.'I EH l.\ . · l}it'n conocido es el axioma dt' que el mayor <-ne– migo del hombre <'S la ignorancia, porque no s?!a– menle le pri\'a del conoci111lenlo y goces del bien, sino que muchas n-ces. le inrlucc has la el extremo de conspirar con tra él. Si "toda,·ía faltasen prueb!1s par,, evidenciar la n doloros,1 ,·erdacl se enconlraran relevant<-s e n la absurclidcr. '<le los ex t1·avfos del a lu – cinamiento en las invectivas que á c.tda momento disparan contra la masonería homlwcs qu e, _aunque toman un aire y 10110 magis lnd como s 1supieran lo que se dicen, sus mismos r,1zonami<>nlos con,·enren de que no tien<-11 ningun lcor,ocimie_nlo de lal mate– ria, ni aun siquiera del sentido genuino de la pnlab1·a mason. Increíble sería {1 no haberles csc·u chado e l ensarte de sandcc!!S que prolle ren con Ira la masone– ría sngetos por otra parle mu y eslimnb!es, imbuidos ünicamen lc de algunas habladurías n1lga rcs ó dé ;tlguo¡1s bufonadas t'On que ha querido divertirse {i 1u costa el buen humor de algun discreto. To·lo esto srría nada si estas burnas genl<'s se limitasen en sus sermones ú tontP.rías ridículas, pt•ro como no po– cas ocasiones queriendo hacerse crc·<'r, en rl calor del delirio de sus dispa1-.1 tes, lanzan inju rias sin cuen– to ca lumniando atror.mentc á una asocincion poi· muchos títulos recomendable, he creído sN·ía una obra cristia na el clrsengaí1arlos , pues que ense1iar at que no sabe es una obra de cristiana caridad. Pene– trado yo ademas de que ellos mismos me agradece– rán un deseng?.ño que les eYilará en adelante e l in– currh· en el i;nwe pecado de la maledic<-ncia escan– dalosa, y deseoso por otra parte de ocurrir á la prcocupacion que semrjantes convers,1ciones pu<>dcn cimentar en tre las gentes sencillas, me atrevo, aun– que desconfiandoll(de mi capacidad, á presenta,· en <'.Sle t'Orlo escrito las principales nociones de la ma– liOr'lcría al lt>no1· de las obrns doctrinales masónicas que corr en impresas en todos los idiomas vivientes; no porque yo sea mnson, pues no lo soy, sino porque ·- - - -· ==»es:-::ecrra --=-=tffllr o,.,. estoy com·encldo de que st'rá mu}' útil al público que podr(lijar sus ideas sobre un asunto tan inlP,n•– s1111 1e, persuadido t·omo lo estoy de que, como dk4! el Carden,d de Bernis: P/1is L'esprit a de libertd, Plus saltimierc est vice et pure, Dícese t'n primer ln g1 r que si la m«soneria f1u!.<e cosa b11e11w no se ocu,ltari<m los masones. El que ten~a co11ocimicnto del motivo porqué los primllivo5 crislianos se rt'uniao en los paraj es mas on1ltos par:1 ed('brar s us juntas, :.e prnetrarú fociln1ente de cuán fútil y digna de desprecio es senwjan te imput:1t'ion . ;'\.11guna cosa mas IHt<•nu que nue~tra sant I relii;ion , no ohstanlt· los cristianos <• ran pe1-seguiclos de muer– te po r el furor fan:"1 lico de los paganos, vié11clo:1c pr<:'Ci:mclos ú r<.'l111irse secretamrnle para instruirs<•, nninrnrsl', consolarse>, y e,·ltur urm muerte cruel, i11ju:,t11 y afren tosa que ll's ame11a1.nba solo porque cr<'fa n y adoraban al verdadero Dios. A muy corla dif, renda se hn11 ri~lo en igual caso los mnsones. I.a masonería, lan anli::;ua como el mundo, tiene la gloria de ser la u11ica inslitucion humana que por la bondad de sus prinripios no ha podido ser destrui– da por la malignidad de los hombres mnlos. Ella nació y se acrrcentó cu tre el pueblo escogido de Dio::, y h :1 s nfrido todas las vicisitudes de aquel puéblo. Wéntrns que los lsr,iclitas go1.aro11 de bue– nas instituciones, leyes justas y mngistrados virtuo– sos, la masonería prosp<'ró; y no solo fué prol<>jida sinó que se reputaba por la instilucion humnna ma'I npreciable, como que era la fu ente de aquella morn– lidad fut>rle )' suhlíme qite tan to rrsplandeció en los Patriarcns y crndillos del pueblo Hebreo. m subio rry 8alomon progrt>só tanto en la ciencia masónica que fué el asombro de su li<-mro, y aplicando lns r eglas masónicas it la arquitectura leYan t6 aquel ad– mirable Templo cuya memoria aun maraYilla i1 lo~ i1\leligen1es, y cuyo órdcn sirve de norma á los ma– sont•s par,1 la cons truceion del magnífi<o edifteio moral de sus virtudrs, cuya práctica y pureza es el laudabl.J objeto á que se dirigen sus enseñanzas paru mayor gloria de Dios y proYecho de los hombree. Sojuzgndo por los paganos el pue blo de Dios, In mu- · sonería huyó de un país de que se hnbia apoderado su enemigo capiln l el despotismo, y lr¡ioslil'ié11dose :"t la Grecia que goznba de instituciones libcrnles, per fe1wion6 la civilizacion de aquel país, le hizo florecer animnnclo la industrin, y elevó i1 los griegos al mas al to grado ele ciencia y Yirtud. De Grecia se exten– dió ú la Ita lia donde no fueron ménos hrillanles sus b,1enos sucesos. Pi túgoras, S6crales, Euclides, Pln– lon, Aristóteles, Demóstenes, Ciceron, Séneca y Ga– lileo, son ilustres al umnos de la masonería. Ilosle decir respecto de la an tigüedad, que si11 la mns.one– ría 111>hubiera habido un José en Ejipto ni un Cons– tantino en P.oma . I.as i11rnsio1ws de los m:1cedonios t'n Grecia y de los godos y vi:;ogodos l'n Italia, pa raliznron los gran– des adelantos ele la masonería !' 11 Lodo género de ciencias y bellas arl<-s, mas 110 por eso cl<>jó de difun– dirse y conserva r las preciosas obrns que d<-spue · han ilus lt\tdo al mundo. (Conr"'inl)