El Heraldo masonico

EL HERALDO. Pvr acuerdo del Resp·. · Tal\.· . «J uslicia », so re imprimo el siguiente art ícnlo. L.\. FRANC-"MASONERIA Y SüS C.\LUM;,(IADORES. Como ora ele espera r, toda la cóle ra de los be– nignos y carita ti vos patrones de la socieclacl, de S. Y. de P., se dirijo ahora contra la franc-rna– soncría. A cual mas se afana!) ent re etlos en ca– rumniar esta grande y ftlantropica institucion. Pero se nos pregun tara si cabe la calumnia en– tre los devotos. Darérnos traslado de esta pre– gunta á J[ol i6re, que n111cho tiempo há la tiene contestada. Todo miembro activo de aqnella piadosa cofradía tiene derecho á una indulgen– cia plenaria niela mes; mas, pueJ.e redama r in– dulgencia supercrngotorias. A.si es que un pre– sidente do una do estas c:on3regaciones en las proYin('ias, en un escrito al prefecto, le hizo en– tender que no era de la incumbencia de un ~li– nistro del Interior impedi r á los miembros de es– ta conferencia el que gocen de privilegios que la silla apastólica les concede . En buena conc- iencia, el Minist ro del Interior no poclria disolver una sociedad que confiere tao graneles henefü,ios á sus asociados. Ila hecho pues bien en habérselas tenido pri mero con los concilios generales y p1·0\·in– ciales. ¡Cuantas almas no hubieran tornado mal camino si hubiese impedido l\ nuestros impug- 11adores reunirse. Debemos con fosar oclemns qne á los masones ni1ncn les fuó concedida indulgencia ulguna por los pnpas. El seflor Obispo de Nimes, .al contrnrio, enu– mera las excomuniones y anatemas á que se ha hecho acreedora la masonería. ClemP,nle XlI en 171-8, Bened icto XfV en 17D1 , Pio VII en 1804, y por úllimo Pio IX la han condenado suce,iva– mcnte. No teniendo pnes los masones derecho a indulgencias, sean plenarias, mensuales, parcia– les ósuporeroga torias, ellos deben observar una condncta irreprochable. Esta es la primero di– ferencia entre los masones y sus detractores. La frane-masoneríaes libre, como su nombre lo indica;libre de toda traba, librn de toda coer– cion. Per3eguiJa a menudo, nunca fué ella la perseguido ra..Se ha agotado todo el bocabulario para ridiculizarla y deshonrnrla; pero nada se ha conseguido. Se ha tratado taml:icn de suge tarla y esplo– tarla para cie rlos fines políticos. Pero todos los príncipes puestos en las gradas del trono han vindicado su honor, ya sea afiliándose en ella, ó bien di riji6ndola . Cuando Napoleon se hizo due– fio de casi lodo el Universo, hizo nombrar ú su hermano José, Gran Afoeslre de la órden, con ~fnrat, rey de "Kar,oles, y Camhacéres, como gramles .Maestres adjuntos. El duque de Berry ambicionaba sucrderlc en el puesto; pero el príncipe de Orl eans turn la suerte de conseguir: lo. Ultimamenle hemos visto á un príncipe da la familia imperial hacer esfuerzos para no ceJer su puesto de Gran ~laeslre a otro príncipe que– ten ia los YO tos de la ma voria. A pesar de esla proleccion de c¡ue podia abu– sar7 la fran c-masonc ría nunra se ha estniviader de s11 can iino. ~!iC'nt.rns que los Estados t1aslor– naban sus consliluciones, ella ha gua rdado in– tacta la suya . Como ya hemos dieho en airas ocasiones, la franc-m,1sonería: tiene por objeto la beneíiceneio, el estudio de la moral universal y la practica de las vi rt udes. Su liase es:- »La, existencia de Dios, ta inmortalidad del alma .V el amor ü la lrnmanidad. » Srg11n su Constitucion, ella se compone de« homl'\res libres que, suje to& n ciertas leye~, ~r reunen en sociedad rej ida poi· estat11 tos gener..ilcs y particulares.,, Habiendo demostrado por los informes de la· Sociedad de San Vieentc rle P'aul, que ella nun– ca hacia el bic1.-1 por el solo bien; que su objeto– era mas hi1.m en rolar i) los pobres l>ajouna cierta– bandera, fo rmando una especie·cte- « propnganda· del hornbre; " que los pobres socorridos por ella· son sujetos á ciei'tas obligaciones) por· eJemp-lo, la dr gua rdar cslricta111ent0 , las prescripciones· de las ceremonias católicas, lade mandarsus hi– jos a las esc11clas eclesiásticas, &n . &a , desafia– mos a los enemigos de la masonería a que nos· prueben qne tos masones en las limosnas que· dnn y en el bien qne hacen se hayan prnpuesto jamas otro fin qnc el de la bencficencra. Jn111ás ha sr)brevenido algnna cal·am.idad pú– blica sin que la masonería haya deja-do de-esten– ckrlc un alivio. Los masones tampoco han hecha nunca, en la reparticion de sus socorros, una diferencia entre ol ca tólico ·y protestante, el is– raelita úcl africano iclólat'ra. Ni preguntan r.un -· ca a los desgraci:1dos que auxrlian·si siquiera co– nocen a la sociedad masónica por el nombre. Lé.1 franc-111asonc1 ía no Forma propagandas; individuos de toda la i:rraduacion social vienen, á bns::ula. Ella 01111~1 Jia bnscado prnsélitos; los prnsél itos \'ienen por sí sol'Os, ú pesar de los obstacnlos que encuen tran para llegar ·a ella. Se ha hablado ll1lll'.lio de estos obstácufos Y de la barrera que separa a la masonería del' mundo "profano", lwci6ndolos objeto de befa,. como las prnebas por4ue tiene que pasar cada prcteucliente ú esta asociaci-on. Pero ¿cuál e:; la· sociedad que no exiJc garantías a sus miembro:-?' Cuando un candid,1 to quiere hacerf'e ·inscribir en la sociedad de S. V. de P. ¿no se le interro– ga y se le hace confesar una y 1nas veces? Y lo– do esto en secreto. El cand idato masones in ter– rogado delante de todos, y es segun sus respues– tas francas y verdaderas c¡ue se lej recibe 6 no. Las pruebas, como tocios saben, no son sino símbolos. Se quiere con esto cerciorarse si se recibe 6 un hermano 6 simplemente éÍ un ciego p~rtidario. Si la masonería frnbiese tenido alguna rnz ten-

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