El Heraldo masonico
EL HERALDO MASONICO.- Año I J ~aHao, ::iiábado 22 de ·:í'ehl"ero de 1862. ~~~-;.:~_;;;;;;;;,_;..¡;;;¡;,;;;;;¡;,;;;¡;:;;;;;;;¡;;;;;.;.;;;;..;..;.;;,;;:;;;;,;=;;;.;;;;. Núm. 4 EL HERALDO. C\LLAO, 2i DE FimnERO DE ·I 862. ORIGEN DE LA 1\L-\SO:'-iEIUA. Vamos ü hacer un paréntesis ú la relacion his– tórica del masonismo, porque los lilirns tanto masónicos eomo prnfanos que tratnn de la insti– tucioo, se contraen con grande interés ú darle un ca rücter religioso, q uo nosotros no le ather– tirnos en sus ceremonias, reglamentos, constilu • ciones, oí menos en su esencia. Si la masonería en S\lS primeros tiempos pudo inclinar sus tendencias lt favorecer ésta ó ¡¡quolla creencia religios;), eso objeto ha desaparecido liov totalm011te. Si In masonería hn combatido y co~ibatc aún al jesuitismo, a la inquisicion, ni fanatismo, yá la supersticion no por oso rechilz;;i al cristianismo, pues si jesuitas, inquisiclorns, fo– náticos y snpersliciosos hubieran ó hay entre los sectarios de'.Wahoma,deCalvino,deLutero y otras religiones, los combatirin tambien, porque la mi– sion del rnasonismo es sepultar el vicio y enaite– l'.er la virtud. El egoísmo é intolernncia de algunos católi– cos, es lo que les hace ver en la masonería una secta impía y dedicada á destruir la religion del Crucificado. La masonería no es secta, ni reli– gion; es puramente una congregacion social hu– manitaria, cuyo dogma esla verdad y Injusticia. Pero aue los ascéticos se ernpefían en despresti– giarla; puesto que el secreto con que trab¡¡jan los masones, los tiene siempre en incertidumbre, no es extra110; mas, lo qne debe sorprender es, que nlgunos masones quieran imprimirá la ins– titucion un carácter qne no tiene, y que expre– samente esta prnhibido en los reglamentos ge– nerales de la órdrn hasta el tratar de religion. En la masonería, el católico os siempre cató– lico; el prntestante, protestante; el ,indio, ju– dio, f as~rlos los demas ¿que reli3ion es ésta, pues, en que c:u 1 a trn9 ele los asociados udora á Dios segun las L.reencias de sus antepasados? Para ser rnason es necesario creer en·la vicia fu– tura: el ateo, no pueJese1· iniciado. En los tem– plos masónicos no se menciona siquiera ningun dogma religioso; solo si se combaten los abusos de cualquier género que sean . Parn llevar mas léjos las acusaciones contra la masonería, se qniere hacerla originaria de !ns doctrinas de Vollaire, D'Alamber, Rousseau, i'iostesquieu, Condorcet. y otros filósofos, y ma– liciosamente se calla que Papas, Cardenales, Obispos y altos dignatarios de la Iglesia cntólica hnn pNLenecido a la fruternirlad, mientras que Ronssea u y otros uo q uisiernn iniciarse. Las múxinwss,,ludables, seu tual fuere', su prnceden– cia, deben aecptarse; esa es la j11sticia: los hom– hrPs <·orno hijos de un mismo 1Jadro, deben él!lHHse; e:-11 es la rarirlad: las creencias de cada uno deben respetarse; esa es la tolcran~ia.. Esta digresion que nos será escusada, hemos tenido necesidad de hncerla para que. se sepa nuestras doctrinas masónicas, sobre cuyas bases seguirémos trntnndo del orígen del masonismo, refutando por consiguiente, los exagerados prin– cipios dealgnnos hermanos, que juzgan á la ins– titucion como una especie de poliglota religiosa. CEBEMONIAS PÜBLTCAS. Con grnnde satisfaccion hemos sabido que un hermano ha propui:isto que los honores fúnebres que se hagan en los templos masónicos por la memoria de un hermano, puedan presenciarse por la familia de los iniciados. Tan grata noti– cia no puede ménos q~e complacernos, desdo que c9incide enternmente con nuestras ideas ele dar toda la publicidad posible a lamayo1· parte de los actos masónicos, porque eso solo implicaria la libertad universal, la importancia de la insti– tucion y el considerable número de obreros que se afiliaran en la hermandad para continuar la obra santa de hncer de todo el mundo un solo Estado, y que desaparezcan 10s ódios, las ven– ganzas y la ambicion, que, para vergüenza de la humanidad, hija de un solo padre, que-es Dios, las naciones se prnfesan unas á otras. La proposicion, segunse nos ha dicho tambien, ha sido elevada al conocimiento del Gran Oriento Nacional, y la alta idea que tenemos de los miem– bros que componen el supremo poder masónico nos hace esperar que será sancionada y manda– da cumplir en todjls las logias de su dependcn– ciil. Aquí clebiamos terminar este artículo, felici– tando al digno hermano que tuvo lá felicísima iJen de hacer la proposicion de que nos hemos ocupado; mas como hayamos vertido el pensa– miento de que no solo los actos funerarios de– ben practicarse en público, si no otros muchos, necesitamos fundar nuestro aserto, lo que va– mos a verificar con la independencia de nuestro carácter y con los razonamientos que podamos. Ese misterioso retraimiento con que los maso– nes han encubierto sus trabajos, fué siemprn el arma favorita con que los enemigos do la insti– tucion la han combatido, consiguiendo algunas
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx