El Heraldo masonico
EL HERALDO. Cuando desaparezcan de ta casa paterna esos peroi<;iosos lwlagos e,on que algunos padres ercer ~manifestar (l sus hijos el mas aeendtado cariño, descendiendo liasia el ridículo, ta socie– dad' no cslurú impregnada de los vicios t¡ue la desfignrnn. La ci\'ilizacion sin moralidad, es el caos. Si el corazon y la cabeza no obran de ncacrdo en el hombre, sus aelos llevarün invívilo el des– prestigio, la pcn·ersiJad y liasla el cl'irnen. Toca pues á los padres relacionar íotimamen te la inteligencia con el sentimienlo, la verdad con la justicia y el honor con el respclo. Si en la primera familia del mundo hubo un 1 Caín con su ferocidad instintiva; esto comprueba 1_¡11a vez mas que los padres no deben dejar pasar sin la oportuua correccion, el acto malicioso mas insignificante de st1s hijos.. Lns desgracias de ta hnnrnnidacl provienen de la mala educacion; y los padres son tos úni– eos responsables de cUa-s, si no tienen la fuerza de voluntad necesaria para sofocar un sn odgen las torcidas inclinar.iones de sus hijos, manifes– tándose arito ellos con la severidad del jucr.. El padre qne no ,,é el porvei1 ir ele sus hijos nnido al de la sociedad, se manifiesta egoísta. Los hijos son a los padres lo que fos hombres a ta sociedad-Entre los primeros hay deber, respe– to y amor; entre los úlLimes consagracion, fra– ternidad y esperanza. Quien no tiene fo en el porvenir, manifiesta un corazon estragado ó una indolencia punible. Los padres deben trabajar incesantemente por la enmienda de sus hijos, aunque sean violentas las inctinací.ones de estos. (Continuará.) LS&Lca;c,.,.~..,, """'"""'.'..... ---~~·~--~~-~itT"~ ..- !NSERC!ONES. LA. COi\lPAÑIA DE JESUS. I. Las instincioncs importan les, cnyo crédito ha llamado la alencion del mnodo, v ha sacudido, por decirlo así, todo el edificio so~ial, no deben trastarse cou prccipitacion ui ménos emplearse el lenguaje destemplado con que las pasiones humanas suelen abordar los asuntos que no cua– dran ú sus ir.itentos. Nosotros rrcparados de antemano para llegar al exa1,,vu .: ~ la órden jesuísltca, nos valdrémos únicamente clet ·acioc111io que produce ta ca lma y fa experiencia 1 ·e una larga vida corno la nues– tra. Esos grandes lu,nares_que hacen deforme a la órden de Loyola, !>Jran delineados eon male– mútica exactitud, v al i.1do de ellos so encentra– ra siemrre uno de los hrilla'.:ltes florones con qne sus <liscipulos han engalau.a<lo el esqueleto de sus errores. El masonismo y e\jesu.itismo: hé aquí dos gran– des epopeyas; la una praelama la libertad, la to– lerancia; lao~rneloscoraotismo, laconcentracion de la idea; h.l primera llama á su seno á todos los'. ' hombres virtuosos de cu;¼lquiera puis y reli.gion • que sean; la segunda b.usca con diligencia el ta– lento para dedicarlo a un soto objeto qne. es la comodidad ere los asociados y la i.ntervencion en los gobiernos políticos ele- los pnehtos: aquella circula por el od)c predicando el amor a la vil'– tnd y el 6-dio al vi..;io; ésta recone tambien toda la tierra proclamando en alta voz las virtudes evangélicas, pero minandolas en sec.reto para lo– cupletar de or0 sus arcas. El musan ama los principios; el josuila es iJótatra de los Pesulta– tlos; y mientras que et primero contribuye. con su peculio al sostenimiento cm la órden masóni– ca y parte su pan con et necesitado, el útLimo explota a la soci.e<lacl, qnc crédula y timorata, le cooslituve al'bitro de su co1·azon., ele sus bienes y de su ~onciencia. El ligero rar.ile!o que acabamos ele trazar en– tre fas dos mas poputares y bien organizades íns– tih1>ciones, no quiere deci1· que e11 el jesuitismo escaseen los hechos que lo recomioodan a la pos– teridad: eso manifiesta solamente, qun los prin– cipios sobre que e:;ta basada la masonería, son la fiel expresion de la justicia y la verdad, y qne por lo mismo sus resn!tarlos seran tan s,,ludables como el orígen. Si la co~paüia de Jcsus i-c hubiera ceñido ~1 , llena r su advocacion y no introducídose en mie~ : agcna ¿qu6 hombre de corazon no habria pues– : to su óbolo pata engrandecerla y darle ta im- portancia que merecen sus bne-nas oh-ras? Pero, ¿cuál sera aquel que preste apoyo é una asocia– : cion que penetra hasta en la choza del obrero, ; atzada su cuchicha para extirpar complelameule ' la iibertad del pensamiento? ¿Cómo no habtan de rechazarseunanimemento tasahsurdas doctri– : nas, que, con el símbolo de la cruz llevaban de uno á otro confin del mundo? 1 Levantado el velo que cubria los manejos des- civilizadores de la comp--añiíl, y conocido el tex– to ele sus reglamentos secretos, cleher era del masonismo salir al encuentro de tan poderoso enemigo para combatir y derribarlo. Y en efe€– to, la idea sojuzga al bocho, y el jesuitismo de– saparoce a pesar de sus riquezas, de sus exten– sas relaciones y del predominio que tenia en los reales afcazares. Ningun poder puede conservarse por largo t.iempo~ si el sofisma, la hipocresía y el egoismo son su base. La compailia de Jesus, que. cual el águila de dos cabezas se cernia majestuosas.o– bre los ai res de ambos mundos, des.ciende desde, su altura porque la ilustracion se familiariza con las masas, y el hombre humilde reflexiona que el dnlce catolicismo no puede exijir tanto de sus creyentes. Cuanto menos onerosas son las con– diciones que se imp.ooe á la humanidad para Ufl ' objeto, tan.to mas fácil es su éxito. Los discípn– lm~de Lo.yolat si-n l:'mbargo de. s.us vastos cono-
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