El Heraldo masonico
la sangre, sin violencia externa y sin otra cansa la rebabilitacion del tralwjo y el advenimient} .' que 1 ~ nécia presuncion de barnizarse con una de la fraternidad un iver~al. gCiíealogía ilustre que no les pertenece, mani- La humanidad no esta huérfana, ni las socio 0 fiesta la pobreza de esos seres desgraciados, que dades camina¡;¡ sin rumbo fijo, desde que exis– sin talento nifvi rtndes quieren explotar con su ten los benéficos laboratorios que trabajan en EL HERALDO. aud[lc:ia la credulidall de sus víctimas. encaminar todas las miradas hácia el pnnto sim- Continuará. bólico por donde nace la luz que debe iluminar- INSERCIONES. DISCURSO DEL II. ·. IlOUSSEAU. (Conclusion.) Este aug11sto sacerdocio parccfome clesempe– fiado por los númenes superiores que, como el filósofo americano, habían consagrado sus viji- 1 ias y sus labores á dar vuelo á la esperanza y á avivur los consuelos de la triste humanidad. Al fin las pu~rtas del Temp. ·, me fueron nbicrtas por med!o de los tres golpes misteriosos. y encontré la inteligencia, el corazon y las ma– nos de hombres escojidos, trabajando con fer– vor y abnegacion en allanar el camino que debe seguir el género humano para llenar los objetos y llr3ar a los fines que entrambos test.amentos lo tienen sefíalaclos. Entónces llegué a conocer, que siendo yo un miembro desgraciado de la familia humana, ha– bi¡i tenido un derecdo preferente á incorporar– me en vuestro seno. Yo había arribado a estas playas, arrojado con violencia, no por marítimas tempestades, sino por el furor de la tiranía: la suerte que debí .esperar era la que ha tocado comunmente al pe– regrino: este est[l condenado á deplorar soledad en medio ele concurrencias numerosas, pues ya fué dicho, que el peregrino en todas part.es es– ta solo. Los canticosdel proscrito han sido en todo tiempo la música de los lamentos y la armonía do los sollozos; pero, al entrar en este recinto ele la fraternidad, el peregrino se torna en solarie– go, y el proscrito se encuentra, como por en– canto, en el seno clesu patria. En viéndome en la morada que Franc:klin me babia hecho divisar en lontananza, y qne voso– tros ''- ~-: ..,,oslrado de tan cerca á mi admira– cion y mis re::, 1 ,tos, yo debia levantar la voz para expresarot la intonsa grntitud que me fati– ga; pero me ha. "\is hecho comprender que el verdadero Mas.·. • ·ida quiere para sí, ni aun las sencillas pero ardí, otes expresiones del que agradece cordialmente, r·1es si recojo algunos holocaustos, se dé prisa á consagrarlos con pu– reza á la sublime institucion masónica . Permitid por tanto, v~n. ·. l\foest. ·., que en s,gno de profundo reconocimiento, exprese la idea qne abrigo de este oculto y modesto sacer– docio. El empica todas sus fuerzas en procmar nos. . .El vicio se vera estrechado é ira penlieodo de momento en momento su terreno, hasta entrar en los hondos calabozos que incesantemente so están cavando. Los ojos del espíritu seri\n despejados hasta poder distinguir al través de las vendas munda– nales, la inmensidad y el infinito que nos aguar– dan. La investidura de 1.\Iaest. ·. que de vuestra benevolencia acabo de recibir, me impone el de• ber de colaborar con las obras mas sublimes; pero la debilidad de mis fuerzas no me permite dar al Temp. ·. mas qne nn óbolo que expresa mi reconocimientoalTall.·. antiguo C.·. Aus.·. delCallaoymisuprema adoraci-on al G.·. A.·. D.·. U.·. rn de Enero de 1862. Rousseatt. ·. LA CO}IPA:'{!A DE JESUS. HH. ·. EE.·. He visto el número prime1·0 ele su « Heraldo ll, y les conf1eso que su lectura me ha vuelto á la -rida masonica que hace largo tiempo abandoné por razones de gran peso para mí y de ninguna importancia por supuesto para los demas. Omi– to, en consecuenci¡¡, relacionar las causales que me alejaron de los templos y del frecuente roce con los hermanos, para en seguida ofrecer a UU. algunos mánuscritos, que en horas rouaclasá mis atenciones profanas, confeccioné para tratar de la Compn11ia ele Jesus, de las obras buenas que ha prac:ticado y de los mucho mayores males que ha producido al género humano. Si UU. encuentran mis escritos dignos tlel co– nocimiento público, pueden aceptarlos, enten– diéndose que no presumo ele escritor, sino que quiero 1 iacerun boceto comparativo entre el bien y el mal causado por el Jesuitismo á la liuma– nidacl. Las obras que he consultado merecen el cré– dito del mundo ilustrado, y la manera como dis• curren unos y otros, esto es, los que favorecen á la compania y los que la atacan, parece no deJar duda de sus argumentos. Esta exposicion, que tendran UU. la bid.llguía ele insertar, servira como de prelimioar ~t mi re– conciliacion con los altares masónicos, a los que
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