Boletín de la Biblioteca Nacional N° 61 - 62

NE'CROLOGIA TEOFlLO SANDOVAL 4 JUNIO 1972 Serio, conscientc, asumió la importancia de su tarea. Cualquier trabajo que se haga, importa hacerlo bien. El lo hizo, e imprimió a su acción un ri tmo dicaz que trató siempre de imponer al equipo con que laboraba. Cuidaba el libro; cuida– ba que se cumpLiera bien y a tiempo el deber para con el destinatario, el lector; y cuidaba el clima para la lectura, el silencio. Cuántas veces lo sorprendimos exhor– tando a escolares a mantenerse callados en esta "casa de la cultura" como decía. Sus jefes estuvieron plenamente secundados. Ingresó a la Biblioteca, seleccionado en 1946 y promovido en 1947 por el DI'. Jorge Basadre, director fundador de la tercera Biblioteca Nacional. Durante el go· bierno del director Cristóbal Losada y Puga (1948-1961), pasó al Departamento de Consulta y Lectura como ayudante de la Sala Perú en 1949 y llegó a ser primer ayu– dante de la Sala de Ciencias en 1962, oficializado por el Director DI'. Carlos Cueto Fernandini. Fueron ascensos avalados por su eficiencia, cumplímiento y responsa– bilidad. Tuvo también en suerte trabajar con los queridos antiguos jefes de Sala señores Jorge Moreno, Alejandro Lostaunau y Andrés Vicc;na. Laboriosa pero ineludiblemente, llegó a conferírsele la segunda jerarquía de Sa– la de lectura: primer ayudante de la Sala de Ciencias. El estimó tanto este ascenso, y sin embargo, hubo de dejarlo más adelante, ya hacia el final de su vida, en pos de un turno de trabajo en la misma Sala, que le permitiera compartir el día entre éste y otro puesto; ambos sueldos sumados, recién le producían lo necesario para cumplir sus deberes de buen padre de familia que era. Así de estrictamente exiguos son los sueldos del Estado para una labor necesaria; quienes la realizan, tienen a veces que declinar un ascenso, tan magra es la remuneración. Y alguien que se dio íntegro, recibió muy poco. Cosechó sólo la satisfacción del deber cumplido. Pero dio de leer, fue una vida útil. En el acto del sepelio de Teófilo Sandoval, Benito Gu tti pronunció emociona– damente el poema que le inspiró la solidaridad, la amistad y el respeto al querido colega que se fue. Olivia Ojeda de Pardón

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