Boletín de la Biblioteca Nacional N° 61 - 62

4 Constituía San l\lartIn una pen;ona!j(lad brillante' a sus dotes de soldado nato, noble y caballcroso, alladla cualidades de gran intelig~ncia y cultura mllplia, lo que le pcrmitió captar la cnonne importancia de la acción de la imprenta para man– tenClse en comullÍcación con esa lllasa <[vida de renovación gubernamental. "COl! la Lc\pcdición libertadora de San Martín, la imp1'cnta que durante todo el pcnodo viJTcinal cstmu radicada en Lima, se cxticnde por las demás poblacio– nes del Perú. I'rilIlClo con tis prensas votantes que acompaüan a los ejercitos y despue:, COIl la instalación de talleres en Cuzco, Arequipa y Trujillo .. "(Vélcz P., 9). Ardua fue la tarea que se impuso San Martín; en estos momentos de revolución espiritual, la imprenta magníficamente dirigida viene a constituir un punto de apo– yo para él y una luz de esperanza para tos peruanos combatientes. Según Puente Candamo (5) ". la hoja impresa que ya cumple en el Perú una misión doctrina– ria y política, sirve en la emancipación de principal elemento de combate y lllUY poderoso medio dilusor de las ideas". Los jcles patriotas condujeron estas im– plTntas volantes a traves de todo el territorio peruano, según las campañas cm· prendidas. En muchos casos, nos dice Medina (1 l, fueron mutilúndose, ya sea por acción del uso o por sustracción del ejército realista. AI¡te esta sÍluaeión, San Martín que consideraba imprescindible los comuni· cados impresos P,U<I llJ<\yor deetividad de la campaüa, decidió tomar de la impren– ta de los l1uérLulOs que se encontraba cn Lima, el material necesario para sus fi– nes. Prucllró asilnismu, rodearse de un escogido grupo de intelectuales, los clwIcs j ucrun los rn[,lclores de los impresos de estas improvisadas prensas volantes. Des– tacaroll por su entusiasruo y erudición Juan García del Río y Bernardo Monteagudo. No f,dtamn por supuesto, aquellos periodistas ocasionales movidos por una finali– dad polític<\, leligiusa, ideológica o simplemente burlesca. Tanto elJ el bando patrio· la como Cll el /e,llista, se presenta un complejo núcleo de escritores que según su idiosincrasia \a disemin,\I1do ideas serias, jocosas, alabatorias, denigrantes o pole– mistas. Eu cualito ,1 tus impresores, éstos lueron numerosos, interviniendo en muclios casos personas ajeuas al ambiente editorial, tal el caso de los militares. Era prclc– rible encomendar la tarea a aficionados, por así decirlo, antes que mantener si!cli– ciosa la pluma qLK~ informaba sobre los acontecimientos recientes, "Monleagudo en carta dirigida a ü'Higgins desde Retes, el 4 de enero de 1821, dice: 'La maldita im– pr,,'nt<1 me da infinito quchaeer: se ha deseompueslo tos días pasados con las con– tínuas llludallZas y no puedo publicar ni la centésima parte de lo que ocurre. Lo siento cn extrcmo porque es preciso eon!csar quc !lasta aquí todo se ha hecho con Id plullla y qUl: esta sola ila podido poner la opinión en el estado que se halla". (Vélez P., 'J), Lo,s produclos de [,1S inlplentas eran generalmeute proclamas, decretos y !lo– j,IS snclt,ls, de CSC,ISO texlo pel'O fértiles en contenido espiritual; hoy conslituyen vel'dadelas joY,ls por su rarel,a proporcionando las fuentes 1mis importantes dc do– cUlllentaeióll sobre la etapa separatista. Las publ ie<lciulles pl'liódicas de m<js o menos breve o larga dur acion ablIlldJHm plUcedcntes tantu de ItIlO eumo de otro ejército. Inicia esta avalancha la proclama de San M,lltm ",l tus [1;¡bit;wtcs del país" cuando llega a Pisco el 8 de seticmb1c de 1820, eOIl I,l illlpn'llta pOI!<llla pOI' [a Expedición Libertadura. A partir de entonces, la hoja illlpJ'l:sa se erige ell e[ instrulllenlo encargado de Uev,lI' las ideas libertarias ,1 todus aqlleUue, espírilus \ aeilantes y hasta atemorizados del cambiu que se e:j– taba pLOdueiellllo.

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